La Calle Álamos fundada por cartameños.
Para aquellos a los les gusta pasear por el casco antiguo de la ciudad,
hoy les propongo que lo hagan por la calle Álamos.
Esta calle tiene su origen en el mandato de los Reyes Católicos de crear un
mercado, que el cabildo municipal decidió debía ir junto a la puerta de San
Buenaventura, que es como se llamaba entonces, ya que en aquel lugar ya
existían muchas tiendas. Se creyó entonces, que con la fundación de este
mercado se poblaría la zona, hasta entonces de arrabal, uniendo las puertas de
Granada, Buenaventura y de Antequera. Delimitose entonces la calle que allí se
crearía, extramuros de la ciudad y junto al foso de la muralla musulmana. Y al
plantarse una larga hilera de álamos para delimitar el ancho de la calle, tomo
el nombre de “calle de los álamos”.
Pero no ocurrió como se esperaba; ni se hizo el mercado ni los vecinos
pusieron interés por habitar aquella zona; es más, los que vivían dentro de la
muralla la agujerearon para arrojar a través de los agujeros al foso de la muralla
sus basuras y desperdicios, llegando incluso a cegar el foso y los puentecillos
que lo cruzaban; lo que causaba, además de los normales problemas de insalubridad,
problemas en el desagüe de las riadas. Esto ocasiona grandes gastos anuales al
ayuntamiento que se esforzaba por castigar la fea costumbre, pero sin apenas
resultado. El foso que antaño había defendido la ciudad se había convertido en
muladar.
Así las cosas, y para cortar por lo sano con el problema, decidió el
cabildo el 31 de octubre de 1721, regalar el terreno a aquellos vecinos que
quisiesen construir sus casas en esta calle, con la condición de que se
encargasen de mantener limpio su parte de foso anualmente. Los primeros en
beneficiarse de este acuerdo municipal fueron los propios señores regidores, ya
que todos eran hacendados y disponían de medios suficientes para levantar las
casas.
El primero de los solares, saliendo por la puerta de Buenaventura, a
mano derecha, con 50 varas de fachada, fue concedido a don Diego Pizarro del Pozo
y Lara, el que se lo cedió a su hijo, don José Pizarro y Eslava, que poseía
varias fincas en Cártama, una de ellas, el Cortijo de las Hurracas, en los
Pechos de Cártama, limite con Málaga. Este señor, al año siguiente de 1722, ya
había renunciado a él, a favor de los Hermanos de la Congregación del Santo
Rosario del Señor San José, para que construyesen una capilla en este lugar.
Pues justo en frente de este dicho solar, solicitó y se le concedió otro, don Sebastián de Gálvez y Cárdenas, clérigo de menores y vecino de Cártama. El
cual colocó en su fachada el blasón nobiliario de su familia: los Gálvez de
Carmona, oriundos de Cártama. Cuyos antecedentes familiares puede comprobar el
lector en el siguiente enlace: http://cronistadelavilladecartama.blogspot.com.es/2013/07/los-galvez-de-cartama.html
Esta sería una de las primeras casas en
construirse en esta calle, ya que hasta bien entrado el siglo XIX, estuvieron delimitados
los solares, pero no todos construidos.
Por este motivo, podrá observar el paseante, al llegar a la altura del
número tres de la dicha calle Álamos, un blasón idéntico el que existe en la
calle Juan Carlos I de la villa de Cártama.
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