BREVE HISTORIA
DEL NUCLEO DE
POBLACION
DE LA ESTACIÓN
DE CÁRTAMA.
Fernando. Bravo
Conejo. – 2013.
La actual localidad de la Estación de Cártama ha
visto a través del tiempo constantes intentos del hombre por establecerse en el
lugar de forma sedentaria. Desde el neolítico ha existido población en este
entorno; incluso de época romana se han encontrado restos humanos bajo las vías
del tren. Pero la gran traba histórica para su desarrollo ha sido la falta de
agua potable suficiente para el sostenimiento de esta población, pese a estar
tan cerca del río.
Las aguas del
Guadalhorce tan sólo son actas para el riego y consumo animal; análisis
particulares realizados a las mismas, hace algunas décadas, revelan que estas
transportan, entre otras sustancias toxicas, una existente únicamente en las
vetas de mineral aurífero.
Las de los pozos tampoco
son potables, ya que el depósito aluvial del Cretácico, sobre el que se asienta
la localidad, permite filtraciones de agua, aunque con un alto grado de
salinidad. En estos estratos es fácil encontrar fósiles como el Conus ó el
Velates, que en su día vivieron en el lecho marino.
Foto: 1. Fósiles de Conus y Velates recogidos
en la zona. (Archivo del autor)
Los más consistentes
asentamientos de época antigua se localizan en lugares dispersos, como son:
Cortijo de Torres; el propio cruce de la estación, antaño terreno elevado que
ofrecía alguna protección de las crecidas del río; y el cortijo de Guillén.
Aunque estos, no dejaban de ser pobres villas rusticas aisladas, que nunca
llegaron a formar una población sólida, al margen de la alquería musulmana del
cortijo Cartamón, pero esta queda muy lejos de nuestro ámbito.
Por lo tanto, podemos considerar como
germen de la actual población, la concesión hecha en 6 de enero de 1494,
durante los repartimientos de las tierras conquistadas a los musulmanes, a
Gonzalo Pérez de Peñaranda, escribano de cámara del Rey don Fernando: “un
sytyo para venta que pidio en el camino que va desta çibdad para Álora do se
junta el camino que va de Cártama a dar en el canino de Álora junto al río a la
parte de a mano derecha como van por el dicho camino syn perjuyzio de terçero”.
Si embargo, no permanecería mucho
tiempo la nueva Venta en poder de su constructor; sería adquirida pronto don
Diego Romero, un caballero llegado a Málaga durante la reconquista, y que
acabada la Guerra
de Granada, se convirtió en ganadero, aprovechando las tierras concedidas por
los RR. CC., en el lugar en que hoy se ubica la vecina localidad de Pizarra.
Diego
Romero era tío de los hermanos Alonso, Juan y Pedro Romero; en los que dejó por
heredad la desde entonces conocida como “Venta
de Diego Romero”, por orden sucesorio, del mayor al menor. Y debió fallecer
muy pronto, porque en 1509 nos encontramos a su sobrino, Alonso Romero, tomando
posesión de la venta y veinte fanegas de tierra en el perímetro de la misma,
que solían sembrarse de trigo, además de otras porciones de tierra en otros lugares
cercanos.
Resulta
cuanto menos pintoresco, el protocolo de toma de posesión de una propiedad
durante el siglo XVI; este caso es muy ilustrativo, gracias al escribano
presente al acto, que tomaba nota de cuanto acontecía: “El dicho Alonso Romero fue a la venta que se dize la venta de Diego
Romero que es junto con el Rió Guadalquivirejo frontero de la villa de Cártama
e entro dentro de la dicha venta(…) de pies e cerro las puertas e se quedo
dentro e las abrio e se anduvo e paseo por la dicha venta e salio fuera e se
anduvo e paseo por todas las haças de tierra questan junto a la dicha venta
ençima della desde el cabo del río e dixo que tomaba e tomo la dicha posesión
de la dicha venta e tierras…”
Pero al ir
falleciendo cada uno de los herederos en el previsto orden, la Venta de Diego Romero
quedaría finalmente en poder de la esposa del último, doña María Rodríguez
Collado, cónyuge de don Pedro Romero. Y por sucesión, pasó a sus hijas, Mencía
y Elvira Romero, esta última fue esposa de don Francisco Ribera, y juntos
serían los antecesores de los Condes de Alba Real y Marqueses de Sotomayor y
Villamagna.
Los Cortijos de La Campiña.
Los señores de Alba Real ampliaron la
propiedad con nuevas adquisiciones, que por vínculos familiares, al comenzar el
siglo XVIII, habían pasado a la familia Yegros, caballeros hijosdalgos
hacendados en Cártama, Casarabonela, Marbella y Vélez-Málaga. Doña Francisca de
Yegros y Rivas (
1846), heredera del mismo, al contraer matrimonio con don Rodrigo de
Salcedo y Cárdenas (1764-1851), unió los dos más importantes vínculos de la
localidad. El predio fundacional que reunía los cortijos entorno a Venta
Romero, había pasado a denominarse "La Campiña ", y reunía una serie de cortijos con
los más variados orígenes y destinos que trataremos de describir.
─ Cortijo de Casasola.
Debe su nombre al que fue su
propietario en 1752, don Pedro José de Casasola y Andrade, Regidor Perpetuo y
Teniente de Corregidor de la
Ciudad de Marbella.
Adquirido por D. Rodrigo de Salcedo y
Cárdenas durante el siglo XIX, se compuso de ciento cuatro fanegas de tierra. A finales de este siglo se segregó del mismo una porción del mismo, que tomó el
nombre de “cortijo de Berlanga” por el que fue su propietario, don Miguel
Berlanga Baquero. Este cortijo además de las tierras, casa y enseres, incluía
una noria de sangre ó tracción animal que extraía agua de un pozo, y un molino
aceitero también de tracción animal.
─ Cortijo de Ugarte.
Compuesto de treinta y seis fanegas de
tierra, veinte de secano y seis de regadío. Lindante con el Río, con tierras
del molino de Rovira y con tierras del cortijo de Cantos.
Que a mediados del siglo XIX se
encontraba en poder de los herederos de D. Anastasio Sabba. Fue adquirido a
comienzos del sigo XX por don Ramón Leal Herrera.
─ Cortijo de los Bermejales.
Heredado por don Luís de Yegros, de su
madre doña Margarita de Yegros; se componía de 168 fanegas de tierra de secano
que se sembraban de trigo, maíz, cebada y en menor medida hortalizas; también tuvo
casa, pajar y tinado. En 1847 cuando era propiedad de don Rodrigo de Salcedo y Cárdenas su extensión
era de ciento ochenta fanegas de tierra de secano y dieciséis de regadío; en él
se incluía una Haza de diez fanegas llamada “de don Baltasar”, en alusión al
que fue su propietario don Baltasar de Yegros y Cárdenas.
Lindero con la Hacienda llamada Escacada
de Gálvez, El cortijo de Tres Leguas, el Río y la Sierra de los Pechos.
─ Cortijo de Caffarena.
Debe su nombre a don Ángel
Caffarena Lombardo, nacido en 1858; abogado y político; ocupó además los
siguientes cargos en Málaga:
-
Miembro de la Junta Provincial de
Sanidad del Ayuntamiento.
-
Vocal de la Liga de Contribuyentes
y Productores.
-
Vicepresidente de la Sociedad
Española de Higiene.
-
Decano del Colegio de Abogados en
dos ocasiones.
-
Presidente del Partido Conservador
de Málaga; del que quiso dimitir, pero que el propio Presidente del Gobierno,
Antonio Maura, le convenció para que no lo hiciera.
Fue propietario en Cártama de porción
de tierra denominada: “Santa María y San Rafael”, de entre 50 y 60 hectáreas de
secano y olivar, que paso a ser conocida como "Cortijo de Caffarena",
y que permaneció en propiedad de la familia hasta que fue expropiada en los
años 60, para construir el "Poblado de Colonización" de hoy conocido
como “Nueva Aljaima”.
─ Cortijo de Las Tres Leguas.
El poseedor mas antiguo que se le
conoce es don Rodrigo de Salcedo y Cárdenas, por lo que es muy posible que sea
este su fundador.
─ Cortijo de Torres.
En sus orígenes llamado “Fontuela” ó
“Pilarejo”, cuando era propiedad del conde de Miraflores de los Ángeles, allá
por el siglo XVIII, a cuya familia debe el nombre; con un extensión de 148
fanegas de secano, lindero con el cortijo de la Capellanía.
─ Cortijo de Anaya.
Fue propiedad de D. Diego del Canto y
Cárdenas en 1768. Desde las primeras décadas del siglo XX, pasó a ser conocido como “de Paco
Pérez”.
─ Molino de Rovira.
Estuvo situado en los confines de
nuestro término municipal, lugar conocido como “barranco el Fraile”, Limite con
el de Málaga; y debe su nombre al doctor D. Carlos Francisco de Rovira Osorio,
presbítero natural de la villa de Madrid, Prebendado y Tesorero de la Mesa Capitular de la Santa Iglesia Catedral de
Málaga durante el siglo XVIII. Fue molino harinero de cuatro paradas, uno de los más grandes de la comarca,
pero en 1761 ya se encontraba abandonado por falta de caudal. En años
posteriores seguiría funcionando aunque no moliesen sus cuatro piedras.
─ Noria de Venta Romero.
Ultima noria de estilo mozárabe que
conservó el Guadalhorce, con una enorme rueda de madera que giraba por la
fuerza que sobre allá ejercía la corriente del río, dirigida hacia la misma por
una presa fabricada en el lecho del cauce, aún perceptible.
Foto: 2. Óleo fechado en 1884, en el que
aprecia
el Cortijo de Venta Romero y las Ruinas de la noria de Rovira.
Noria y acequia fueron construidas
para uso exclusivo del molino de Rovira; aunque por acuerdos llegados por parte
de hortelanos y molinero, los primeros se beneficiaban de estas aguas para el
riego, a condición de hacerse cargo del mantenimiento del cauce. Así ocurrió
durante siglos, hasta la llegada de las industrias carnicas a principios del
siglo XX. Estas industrias vertían sus aguas fecales directamente sobre la
acequia, provocando la negativa por parte de los agricultores a efectuar la limpieza,
por lo desagradable que se hacía esta labor. Tras negociar la situación las
empresas se comprometieron a hacerse cargo de la limpieza anual de la acequia a
partir del punto de vertido.
─ Cortijo de Chávez.
"Lagar de Vallejo" era su
nombre hasta que fue vendido por su ultimo propietario, don Manuel Collantes,
natural de Cádiz, aunque vecino de Málaga;
a la familia Chávez que actualmente le da nombre, oriunda de Alozaina. Sus tierras
se extendían desde la actual Iglesia de San Isidro hasta la casilla de
“Matolí”, hoy bajo los raíles del AVE.
La constante labor agrícola que
suponía tal extensión de terreno, fue agrupando las viviendas de los braceros y
jornaleros, a ambos lados del carril de acceso al cortijo. Se creó de esta
forma un núcleo de población con entidad propia, que el propietario de la
finca, Juan Chávez Méndez (1909-1989), protegió y defendió en numerosas
ocasiones, consciente de ser su creador. Se encargo también este señor de
organizar las primeras verbenas que se celebraron en la Estación de Cártama, y para
ellas regaló una imagen de San Juan que anualmente se prosesionaba, subida en
unas “angarillas”.
─ Cortijo de Venta Romero.
Trescientas cincuenta y dos fanegas de
tierra, trescientas quince de secano y treinta y siete de regadío con la
acequia de Rovira; en las que se incluían 450 pies de olivos, varias
higueras, granados, frutales, álamos, chumbas y casa compuesta de vivienda,
pajar, tinado y graneros. Sus linderos fueron; el cortijo de Casasola, el de
Tres Leguas, el cortijo Nuevo de Salcedo, el cortijo de El Cano y el Río. En
1847 recayó la propiedad en don José Salcedo y Yegros, tras el fallecimiento de
su madre.
Foto: 3. Plano catastral parcial del año 1898.
Las casillas de Peones Camineros.
Venta Romero fue el único lugar construido
y habitado, al margen de algunas chozas dispersas en las que habitaban los
jornaleros; además de las casillas-estufa ó pequeñas construcciones orientadas
a acelerar el proceso de secado de la uva, para anticipar su comercio. Las
construcciones más cercanas eran el Lagar de Vallejo ó el cortijo de El Cano,
lo que muestra que estos terrenos que han permanecido como latifundio durante
los últimos cuatro siglos.
A mediados del siglo XIX se
construyeron las casas de Peones Camineros que hoy jalonan los tres accesos a
la población. Según la circular para la construcción de dichas casillas;
se establece que deben estar éstas a una legua (5.572 metros ) unas de
otras, pero si coincidiese con algún pueblo, se puede excusar la casilla
correspondiente.
Venta Romero se vio rodeada por tres de
estas construcciones, una por cada vía de acceso, lo que nos da a entender, dada
la cercanía entre ellas, que por estos años aún se encontraba el paraje
deshabitado.
También se debía tener en cuenta para
su construcción, el situarlas cerca de un cauce de agua; “caso contrario, se
propondrá la apertura de un pozo”. Si tenemos en cuenta que las tres casillas
tienen pozo propio, deberemos entender que no existía entonces cauce de agua
potable, al menos permanente. Aunque a la existente en el cruce del camino de
Churriana con Cártama, nos consta que no se le abriría pozo hasta finales de
aquel siglo, incluyendo esta obra y la reparación de la casilla en el
presupuesto del Ministerio de Obras Públicas para la reparación del tramo de
carretera comprendido entre la
Estación de Cártama y Coín, y construcción de un nuevo puente
de madera sobre el Guadalhorce.
Al ser Vereda Real, el paso sobre el Guadalhorce por este lugar ofrece mejores condiciones que
otros vados existentes a lo largo de este cauce. Desde el siglo XVI, hubo una
barcaza junto a la Venta
para cruzar el río, lo que también habría contribuido a su perduración en el
tiempo. La tarifa del paso en barca era regulada por el Consejo de Málaga, y
contemplaba un precio para los lugareños y otro para los forasteros. Nos consta
que estuvo en uso al menos hasta finales de siglo XIX, y que algunas de ellas
fueron arrancadas de su amarre por las crecidas del río. Tenemos noticias de
que en fecha indeterminada, a principios del siglo XIX, una de estas barcas se
soltó de su amarre, posiblemente por una riada, y se hundió en el “quebrado del
río” que forma la confluencia de este con las acequias del Corullo y de las
Monjas. Desde entonces aquel lugar fue conocido como “donde se hundió la barca”. A finales del mismo siglo era conocido como “partido de la barca”, y aun hoy he
conocido algunos mayores que lo llaman “lo de la barca”, sin saber explicar el
porqué de este nombre.
Como punto de referencia principal en
la comarca, fue el lugar en el que el Gobernador de Málaga, don Vicente
Gonzalez Moreno, planea una emboscada al amanecer del 4 de diciembre de 1831,
para atrapar a Torrijos y sus liberales. Plan que no llego a fraguarse, porque,
como sabemos, había quedado asediado el día anterior en la Alquería del Conde de
Mollina.
La combinación de ausencia de barcaza
y destrucción del puente de madera, dio lugar en el invierno de 1893 a la
leyenda de "Alonso Valor", que al sorprenderle la crecida del río en
el vado de Venta Romero, paso la noche subido a un árbol ante el temor de ser
arrastrado por la corriente.
Muchos han sido los puentes que se han
construido en este lugar. Todos de madera y todos destruidos por las crecidas
del río. El más conocido de ellos, el arrastrado por la corriente en el año
1907. Quizás por la cercanía en el tiempo, quizás porque la prensa de la época
comenzaba a incluir fotográficas, como se pude comprobar en las hemerotecas.
Foto: 4. Ruinas del último puente de madera.
(Hemeroteca ABC; 17 de diciembre de
1907.)
De la importancia de
este elemento para la infraestructura viaria de la comarca, podemos hacernos
idea por los numerosos comunicados que desde las localidades cercanas
reclaman su reparación en distintas fechas y con motivo de distintas riadas. Sirva
como ejemplo la que el 9 de enero de 1909, traslada el Alcalde de Coín al
ministro de Fomento y a la prensa nacional:
“Reunido el pueblo en imponente manifestación acude al Ayuntamiento,
pidiendo la inmediata reconstrucción del puente de Cártama sobre el río
Guadalhorce.
Las comunicaciones de todo el
partido con la capital de la provincia están interrumpidas en absoluto por
dicha causa.
La diligencia de ésta al intentar
vadear el río fue arrastrada por la corriente. Por fortuna los pasajeros
pudieron ser salvados por los vadeadores.
Urge la reconstrucción del puente,
no sólo para evitar gravísimos perjuicios materiales, sino ante el temor de
seguras y graves alteraciones del orden.
El Alcalde; José Fernández.”
Hemeroteca ABC;
viernes, 10 de enero de 1908.
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La larga lista de puentes de madera
llego a su fin en 1927 con la redacción de un proyecto con el firme propósito
de acabar de una vez por todas con este problema. En el mismo se proponía la
construcción de un nuevo puente con sillares de piedra y cemento, sobre los que
se instalaría una moderna estructura de hierro para soportar el firme; que
además, se elevó a más altura del cauce que sus antecesores. Este se hizo
siguiendo el estilo de Gustave Eiffel (constructor de la torre que lleva su
nombre), que ya había construido en España otros similares, el primero de
ellos, el Puente de Treto sobre la Ría del Asón (Cantabria), inaugurado en
1905.
El proyecto aun abría de sufrir varias
ampliaciones y reformas, para adaptarse a las circunstancias vecinales y del
terreno, como la construcción de una larga rampa en la orilla derecha, que salvase
el desnivel de altura al nuevo firme, con cunetas y alcantarillas que a la vez
permitiese el acceso a las fincas colindantes; o la inclusión en la estructura
de hormigón de la orilla izquierda, de un paso para la acequia de riego,
combinado con la rampa de servidumbre para acceder al cauce del río.
Reformas que llegarían a influir en la
futura evolución urbana de esta población, pero que culminaron con la
terminación de los trabajos en junio de 1931, aunque la aprobación del acta de
recepción de la obra no llego hasta febrero de 1933.
Foto:
5. Restos
del antiguo puente de madera con la presa al fondo.
Durante los años que duró esta obra, trabajaron
en la misma obreros de las localidades cercanas, cada cual con su carácter y
peculiaridades, que dieron lugar a múltiples situaciones, y por trasmisión oral
nos ha llegado una anécdota aquí
ocurrida, cuanto menos curiosa.
Estando en construcción los sillares
de piedra y hormigón, llegaba el cemento en ferrocarril, y desde el muelle de
descarga era trasportado en carreta a pie de obra; pero el traslado de los
sacos a la margen izquierda había de hacerse a espaldas de los obreros, que
caminaban sobre unas tablas provisionales. Un vecino de Coín solía rivalizar
con otro de Cártama sobre la fuerza física que cada cual tenía, y aquí vio la
oportunidad para demostrar su superioridad, trasladando los sacos de 50 kilos
sobre sus espaldas, de dos en dos; pero el cartameño, lejos de acobardarse,
apostó a que él era capaz de llevar tres, lo que provocó la carcajada de su
rival. Sin pensarlo dos veces, este pidió que le cargaran tres sacos sobre sus
espaldas, y comenzó a cruzar el río sobre unas tablas, además, poco estables. Muy
despacio, con mucho esfuerzo, incluso con temblor de piernas, llegó el
cartameño a la otra orilla. Al verse el de Coín incapaz de repetir este gesto
se acercó a su rival y dándole la mano le dijo: - ¡Amigo, me llamo xxxxxxxx.
Vivo en Coín en la calle xxxxx número xx, allí está mi mujer. Vaya usted porque
quiero tener descendencia suya! – Al margen de lo grotesco del resultado,
quedan patentes los valores por los que se regía el hombre de principios del
siglo XX; tales como la competitividad para demostrar su preparación en el
trabajo y la humildad para reconocer la superioridad de otros.
El Ferrocarril.
Aunque el plan original no contemplaba
este tramo de vía férrea, tras el cambio político que supuso la revolución de
1854, el principal precursor de este proyecto, don José de Salamanca, se vio
obligado a pasar al exilio, por lo que se abandonó el presentado por este señor,
que pretendía evitar el paso por el valle del Guadalhorce; para retomar el de
Martín Larios, finalmente desarrollado. El cambio de trazado dio confianza a
los empresarios malagueños Loring, Larios y Heredia para unir sus fuerzas y
presionar al gobierno, que autorizó un estudio-proyecto para la conexión
ferroviaria entre Málaga y Córdoba, que realizaría el Ingeniero Máximo de Perea
en 1857, y por la Ley
de 30 de marzo de 1859 se aprobaba la construcción de línea ferroviaria general
de Andalucía, dividida en secciones, e incluyendo en la sección Bobadilla – Málaga
el recorrido por nuestro valle. La concesión de esta obra recayó en don Jorge
Loring, como representante de los industriales malagueños que constituirían la empresa
“Sociedad del Ferrocarril de Córdoba a Málaga”. Al margen de la explotación de
la línea ferroviaria, el máximo interés de la recién formada sociedad radicaba
en la prolongación de esta hasta los yacimientos carboníferos de Belmez y
Peñarroya, por motivos sobradamente conocidos y que no expondremos aquí.
El tramo Málaga-Cártama, entró en
servicio en julio de 1861, y progresivamente otros tramos, hasta que el 15 de
agosto de 1865 quedó Málaga conectada con Córdoba.
Foto: 6.
Grabado del siglo IX, sin fechar, en el que aparece
la estación de ferrocarril, en sus primeros años (original
procedente de la colección articular
de don Alejandro Rosas).
“Dicen de Málaga que
el estado en que se encuentra el camino de Cártama es fatal, ó mejor dicho,
que hoy no existe camino que merezca tal nombre; al antiguo de rueda, desde
esta al referido pueblo, ha sido cortado para construir el que debía partir
de Cártama á la estación del ferro-carril, y como las obras de esta última se
han suspendido, faltando á más del puente dos alcantarillas, así como todo el
firme, resulta que las últimas lluvias han formado barrizales intransitables
que dificultan el transito para las caballerías. Llamamos la atención de
quien corresponde sobre este asunto y esperamos se activen cuanto antes unas
obras cuya necesidad es generalmente conocida.”
Diario Liberal:
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Como podemos ver, aún tardaría algunos
años en verse consolidada la infraestructura viaria, pero de lo que no cabe
duda es que este sería el definitivo detonante para la creación de un núcleo
urbano que ya no dejaría de crecer, hasta nuestros días.
Atraídos por el movimiento económico y
las crecientes oportunidades laborales, numerosos vecinos de otras poblaciones
y los cercanos cortijos, se fueron estableciendo en este lugar.
Foto: 7. Tren de vapor
en la estación de Cártama durante
la primera mitad del siglo XX. (foto: J. M. Sánchez Ortega.)
Para los nuevos vecinos, el único
suministro de agua eran las acequias, habitualmente usadas para el riego; y en
torno a ellas giraba la vida hogareña, siendo en parte condicionantes para el
desarrollo urbano.
La principal de ellas, llamada
“acequia de los labradores”, tenía su origen en la Estacada de los Gálvez,
junto al cortijo El Bermejal. Penetraba en la zona bajo el puente de hierro,
para pasar junto a Venta Romero siguiendo el curso de la antigua carretera de la Estación , en línea recta
hasta cruzar la vía férrea y tomar la dirección que marca la calle Pizarra,
para confluir con la calle Huelva, distinguiéndose aún hoy su trazado al cruzar
la calle Marbella. Tomada la nueva dirección que marca la calle Huelva, al
llegar a la línea de ferrocarril sigue su curso unos metros, volviendo a cruzar
nuevamente la vía férrea y la antigua carretera de Málaga. Aquí tuvo su toma la
“matriche” o acequia secundaria que
corría en dirección al Parador, con ella se regaba cierta porción de huerta, y
servía de suministro para todas las utilidades que no fuesen el consumo humano,
en los comercios y viviendas por las que pasaba. El cauce principal describe un
arco sobre la barriada de García-Agua, delimitando así la extensión de terreno
que ocupó el antiguo cortijo de Don Ramón; para volverá correr paralelo a la
antigua carretera y desaguar en el Arroyo de Torres.
El Comercio y la Industria.
En el entorno a la Estación de Ferrocarril,
las viviendas de los empleados y los almacenes para mercancías, fueron
apareciendo nuevos edificios, con distintos destinos, al pie de la antigua
carretera Málaga-Alora.
─ El Parador.
Creado a principios del siglo XX por
Don Diego Salcedo Duran en terrenos de su propiedad, la primera referencia
documental que tenemos de este edificio es de 1915. Estuvo en su origen
orientado al hospedaje de los pasajeros del tren. En el local bajo hubo una
abacería, en la que se vendían todo tipo de artículos, desde comestibles a
herramientas agrícolas.
Foto:
8. Fachada principal del Parador en la actualidad.
─ La Cerería.
Orientada en su origen a la fundición, al menos en 1903, sabemos que era
explotada por don Juan Rodríguez Ramos. En 1937 albergo la primera estación telefónica instalada en la localidad.
─ Industrias Prolongo.
Fundada durante la primera mitad del
siglo XIX en la calle de San Juan de la ciudad de Málaga, en los primeros años
del XX se hizo con la fórmula que le dio la definitiva ventaja sobre otras
industrias del mismo ramo, dando lugar al “salchichón Prolongo estilo Génova”. Hacia
el año 1915, se trasladaron a Cártama los hermanos Pablo y Carlos Prolongo
García; herederos del negocio familiar, donde instalaron una moderna y amplia
fábrica, en terrenos adquiridos a don Diego Salcedo. Figurando en 1919, por
primera vez como contribuyentes en Cártama.
─ Barriada de García-Agua.
Debe su nombre a la familia compuesta
por Sebastián García Rodríguez y Francisca Agua Morales, llegados desde Coín
durante la última década del siglo XIX.
Instalados como colonos agricultores
en la Colonia
de Doña Ana; durante la segunda década del siglo XX se trasladaran al entonces
conocido como “cortijo de Don Ramón”, y aprovechando los almacenes y secaderos
de tabaco de este, donde montaron una fábrica de embutidos y derivados del
cerdo que prosperó notablemente. Sus hijos se encargaron de unir los dos
apellidos como marca comercial.
Foto: 9. Medalla publicitaria de los primeros embutidos García-Agua.
─ La Fabriquilla.
Ubicada donde la actual barriada del
mismo nombre, con una enorme chimenea redonda en ladrillo rojo entre las
actuales calles Toledo y Badajoz, y en la que se trabajaba el mineral extraído
en las canteras de la sierra de Cártama, para fabricar oxido rojo.
Fue construida por el súbdito ingles, don
Federico W. Martino, como “Fábrica de fundición”, en los terrenos adquiridos a
don Miguel Hidalgo Torremocha. Fue inaugurada el domingo 13 de junio de 1875; y
al evento acudieron las autoridades de los pueblos cercanos y personalidades
malagueñas destacadas que habían sido invitadas, con la bendición del párroco
de Álora, don Antonio López Gómez, quien lo dejó bajo el patrocinio de San
Antonio de Padua, en atención al día en que se inauguraba. Recibió el nombre de
“Soledad”, en memoria de la esposa del padrino de la ceremonia, don Miguel
Hidalgo, fallecida pocos días antes.
Edificio y dependencias se engalanaron
para este acto con profusa decoración de follaje vegetal y banderas españolas e
inglesas entrelazadas. El ameno almuerzo-convite estuvo amenizado por una banda
de música y los discursos de destacadas personalidades, entre ellos, el médico
de Cártama. Desde el primer día quedó bajo la dirección del joven ingeniero alemán Sr. Bóckel.
En los meses siguientes apareció esta
fábrica anunciada en la prensa nacional, ofreciéndose a los mineros como
“fábrica inglesa” que compra toda clase de minerales, que por su pobre ley no
han podido utilizarse hasta ahora.
─ El accidente de aviación.
El 2 de septiembre de 1920, un hecho
notable vino a alterar la tranquilidad de estos vecinos, y ponerlos en las
páginas de los principales rotativos del país. Aquella mañana, de la Escuela Militar de
aviación de Sevilla, había partido un aeroplano con destino Tetuán, pilotado
por el soldado José Antonio Valera Rodríguez y llevando de observador al
alférez Alejandro Colmeilo Morruat, de 25 años, natural de Zaragoza y
perteneciente al regimiento de Melilla nº 59.
Al sobrevolar la campiña cartameña detectaron
una ligera avería en el motor, lo que unido a la neblina que aquel día cubría
la vega del Guadalhorce, y que era la primera vez que ambos pilotos hacían un
viaje de este tipo, hizo que decidiesen aterrizar; lo que efectuaron cerca de
la estación de Cártama, junto a la conocida como “casilla de Matolín”, al Norte
del actual cortijo de Chávez. Desde allí se trasladaron al Gobierno Militar de
Málaga para solicitar ayuda, la que se les prestó, incluido algún dinero para
comprar las piezas que les eran necesarias. Se proveyeron de gasolina, y al
parecer, el propio soldado Varela hizo las reparaciones en el aparato, con la
ayuda de los mecánicos solicitados a la aviación de Málaga. Por la tarde,
cuando la atmósfera se encontraba ya despejada, decidieron seguir el viaje,
pero una vez levantado el vuelo, apenas alcanzados los cien metros de altura,
el aparato hizo un brusco viraje y entró en barrena, estrellándose contra el
suelo, incendiándose de inmediato.
Varias personas acudieron a socorrer a
los accidentados, y a simple vista apreciaron que a pesar de las contusiones,
la gravedad estaba en las quemaduras. Entre los asistentes se destacó un
vecino, tejero de profesión, que sin dudarlo se lanzó en socorro de los
pasajeros. Tras un gran esfuerzo, consiguió sacar del avión al teniente, con
graves quemaduras, pero nada se pudo hacer por el piloto, cuyo cadáver se
recuperó carbonizado. El médico de guardia de la explanada de la estación
prestó los primeros auxilios al oficial, que por su gravedad fue rápidamente
trasladado al Hospital militar de Málaga, en el mismo automóvil que les había
traído junto a los mecánicos.
De inmediato se personó en el lugar el
Juez municipal de Cártama, dando inicio a las diligencias para el levantamiento
del cadáver, para ponerlo a disposición de la autoridad competente, y poniendo
una pareja de la guardia civil que custodiasen los escasos restos que habían
quedado del aparato, hasta que el Juzgado militar tomase las medidas oportunas.
Las investigaciones posteriores
declararon responsable del accidente al soldado Valera, el cual, a pesar de ser
un experto y consumado aviador, tenía fama de imprudente e impulsivo,
aficionado a realizar maniobras arriesgadas por las que incluso había sido
felicitado por sus superiores, pero que provocaron el temor en el Alférez, su
compañero de viaje. A tal punto llegaba este temor que al despegar desde
Cártama tomó el Alférez la precaución de no abrocharse los correajes. Tras
despegar consiguió el aparato alcanzar los 150 metros de altura, y
a esta cota se paró el motor, emprendiendo el aparato su caída. Mientras el
piloto intentaba arrancarlo el Alférez se desprendió de sus correas, lo que le
permitió al llegar al suelo, salir despedido fuera del avión, salvando de esta
forma su vida.
El fallecido fue enterrado en Cártama
el 6 de septiembre siguiente, y el entonces alcalde, don Miguel González
Negrete, dispuso que el ataúd fuese envuelto en la bandera del Ayuntamiento.
El Arma de Aviación quiso agradecer al
pueblo tanto el rescate del superviviente como el trato dado al fallecido y en
agradecimiento, en 1924, se celebró un solemne acto en la plaza de Cártama,
durante el cual regaló una nueva bandera al pueblo, previamente bendecida y un
reloj de oro al vecino protagonista de tan heroico acto.
La madrina de la bandera fue doña
Dolores Peñalver, esposa del hacendado cartameño don Diego Salcedo Duran;
presidió el acto y costeó el almuerzo frío que se ofreció a las autoridades y
asistentes.
Al creciente comercio industrial,
habría que sumar el movimiento de todo tipo de productos agrícolas que llegaban
a la estación desde cualquier rincón de nuestra rica vega, algunos de los
cuales, como la coliflor, el trigo, la uva, la caña de azúcar, el tabaco o el
algodón hoy resulta increíble de creer que aquí embarcasen en grandes
cantidades, con destino al puerto de Málaga, para la exportación. Tal
movimiento de mercancías hizo necesaria la creación de las estaciones-apeaderos
de Los Remedios, en el límite con Málaga, y la de Aljaima, en el de Pizarra.
Con tal movimiento de personas, otros
comercios se fueron instalando junto al Parador; quizás el primero de ellos
fuese la ya mencionada abacería; seguido de el estanco, concesión echa a don
Manuel Godoy Vilches, empresario oriundo de Punte Genil, instalado en tierras
cartameñas hacia 1915. L a
venta de combustible en el propio Parador bajo licencia obtenida por don
Enrique Mappelli, importante personaje de la vida política malagueña, unido a
Cártama por lazos familiares, y que además tenia otras cinco concesiones de
surtidores en la provincia.
La zona comenzó a ser atractiva para
personas de otras localidades e incluso otras provincias, que vieron en este
lugar una oportunidad laboral más atractiva que la que les deparaba su lugar de
origen, por lo que progresivamente fueron estableciendo en este entorno su
vivienda familiar.
Llegamos de esta forma a la pos-guerra
civil española, tiempos de represión y persecución en que se creó un
cuartelillo de la
Guardia Civil para un cabo y cuatro guardias, con fecha 18 de
noviembre de 1946.
Estuvo este situado en la esquina al levante de la calle Granada con Avenida de
Andalucía.
─ La Inducaña.
Durante la década de los años 50 del
pasado siglo XX, funcionó esta fábrica, aprovechando la tradición artesanal que
ya existía en Cártama, de la manufacturación de de la caña, la palma, el
esparto y el crin, tan abundantes en nuestros campos.
La antigua fábrica de “Inducaña”,
también llamada “Industria de la caña y derivados” y “Cañaverales Andaluces”;
estuvo situada a orillas de la Avenida de Andalucía de la Estación de Cártama,
ocupando la parcela delimitada por lo que hoy son las calles Iglesia y Coral.
Foto:
10. Encabezamiento
de una factura de Inducaña.
Foto:
11. Un alto
en el trabajo para comer, año 1957.
(foto: Matías Miranda Cañamero)
La imagen precedente corresponde al
año 1957 y refleja un alto a la hora de comer en un día de trabajo, en la que
aparecen algunos de los trabajadores de la empresa.
Aparecen en la fotografía: 1.- Francisco
Hidalgo, “Paco Telaraña”; de los mejores oficiales. 2.- Cristóbal Viudez
Gálvez, que abandonaría la empresa para entrar a trabajar en un tejar cercano.
3.- José Agüera, “Bazán”; buen tejedor, se encargaba de hacer los “zarzos” (tejido
plano de caña sin cortar a medida). 4.- Antonio Díaz Ocaña, “Palmero”. 5.-
Cristóbal Gómez Baquero, “El Ponzo”. 6.- Miguel Orejuela. 7.- Antonio Viudez
Gálvez, se mantuvo en la empresa hasta el año 1959, fecha en que se marchó a Barcelona.
8.- Francisco Istan Moreno, “Carón”. 9.- José Agüera Miranda, “Verdejo”. 10.-
Antonio Fernández Baquero, “Cupianes”; de los mejores oficiales. 11.- José
Serrano Campaña, “el Guerrero”; se encargaba de clasificar las colas de las
cañas para distinguir las calidades de los cañizos en superior e inferior. 12.-
Francisco Cuenca Merino. 13.- Juan Mairena Botello, “el liebre”; preparaba los
rollos de alambre para tejer los cañizos. 14.- Matías Miranda Cañamero. 15.-
José Santana Rueda, “coletilla”. 16.- Bartolo, “el apañao”.
Los más niños se dedicaban a limpiar las hojas de las cañas y apilarlas
en “garberas”, en el exterior del recinto, listas para ser trabajadas. La
materia prima, cañas, “crin” para las escobas, y otros útiles, eran servidas
por Francisco Carillo “Frasquito”, y su ayudante “el pelao”, que las traían
cada mañana en una batea de cuatro ruedas tirada por un mulo. Otras personas
que trabajaron en esta empresa pero no aparecen en la foto, son: “el troya”,
tejedor de cañas; “Antoñito”, el encargado, y “Paquito”, el de la oficina,
quien además amenizaba las verbenas y demás fiestas de la Estación de Cártama
con su conjunto musical.
Pozos, fuentes y abastecimiento de
agua.
Hasta entonces el suministro de agua
potable corría a cargo de aguadores que se dedicaban exclusiva ó
esporádicamente a cargar sus carruajes en los manantiales cercanos, y que luego
vendían por la calle. Muy recordada es la figura de Agustín Calero López,
“Agustín el del agua”; miembro de una de las primeras familias pobladoras de la Estación , que ejerció
este oficio durante muchos años, y durante la década de los cuarenta, en más de
una ocasión compartió viaje con un aún anónimo Antonio Molina, que desde Málaga
llegaba aquí en bicicleta para comprar leche.
El pozo es el recurso más habitual en
todo habitad humano que no tenga cerca un manantial, para añadir al entorno
familiar algo tan importante como es un punto de abastecimiento de agua. Sin
embargo, de los muchos que se abrieron en la Estación de Cártama, sólo
eran potables los que perforaban el aluvión aportado por el río Guadalhorce o
el arroyo de Torres; el resto, como se ha dicho anteriormente, eran salobres;
aunque el ingenio de la necesidad llevó a algunos vecinos a añadir un poco de
jugo de limón, para disimular el sabor del agua y poder así ser consumida.
Entre los más antiguos están, además de los de las citadas casillas de peones
camineros:
-
El pozo del Parador, aún existente
y en uso.
-
El que existió junto al acceso
Norte del puente de hierro, conocido como “pozo de doña Mercedes Lara”, con bomba
de mano; hoy sirve de cimiento para el edificio construido en su lugar.
-
Otro en Venta-Romero, perdido su
caudal por abandono.
-
Otros dos dentro de industrias
Prolongo. Estos fueron abiertos cuando se instaló la fábrica de salchichón a
primeros del siglo XX. Nos consta que se les extraía el agua mediante un molino
de viento.
-
Los de cortijo de Vallejo, actual
Finca Chávez. Dos eran los pozos que existían en esta finca; uno de agua fina y
otro de agua gorda, ambos con un caudal de unos 10 litros por segundo que
se utilizaban para riegos, extraídos mediante un motor eléctrico. De ellos uno aun esta en uso al final de la calle Pissarro.
-
el de los “Chumbilla”, que debe su
nombre a la familia que pobló esta zona, procedente del lagar del mismo nombre
en el limite con el termino de Málaga; ubicado en el antiguo arroyo de Los
Cardiales, actual Avenida Manuel de Falla, usado actualmente para riego de
jardines.
-
el de La Fabriquilla ; que nos
consta en propiedad de doña Maria Teresa Estrada Segalerva en 1947, fecha en
que se realizaba la extracción mediante un motor de gasolina. Con un caudal de 18 litros por segundo de
agua gorda, era utilizado para el riego de huertas.
-
El de Casasola; que estuvo junto
al solar de la antigua Cooperativa de cítricos “Malaka”. Nos consta que era su
propietario en los años cuarenta del siglo XX, don Manuel Berlanga Anaya, el
cual extraía el agua mediante una noria de las fabricadas en las ferrerías
malagueñas, llamadas “malacate”. Con un escaso caudal, el agua era salobre y su
uso exclusivo para riegos.
Pasada la guerra civil retornó la
actividad económica y urbanística, en ello influyeron distintos factores. El
principal fue el que los herederos de don Diego Salcedo se fuesen desprendiendo
de estas tierras de forma progresiva, lo que ayudó a consolidar unas vías
urbanas preexistentes y primeros trazados de las actuales barriadas de Los
Cardiales y Montecielo.
El Instituto Nacional de Colonización
puso sus ojos en cuatro fincas rusticas al Norte de la Estación de Cártama; Alba
Real, Yema de Huevo, El Cano y Cartamón, en total 272 hectáreas que
parceló y distribuyó en enero de 1946, entre 56 colonos agrícolas, dando origen
de esta forma a la actual barriada de la "loma de Cuenca"; la cual tomó
este nombre de la antigua cortijada preexistente que aun se conserva.
Foto: 12. Sello del Instituto Nacional de
Colonización.
Al Norte de la línea férrea, la opción
de trasladarse por carretera pasaba por un sinuoso y zigzagueante camino que
discurría entre huertas, denominado "camino de las Yeseras", que tras
separársele un ramal hacia la
fabriquilla, continuaba en dirección al Sexmo, para unirse en aquel partido
rural a otros, en un importante cruce de caminos que allí se encuentra. La
evolución urbana estuvo condicionada por este camino, el cual aun se insinúa,
ya que coincide con el trazado de la actual calle Marbella, que al confluir con
la hoy calle Carmen Juanola, atravesaba el solar de Prolongo de forma diagonal,
para continuar por la calle del Coral, siguiendo el cauce del arroyo del
Chorreadero en dirección a las Yeseras.
Foto: 13. Planteamiento del trazado de la
nueva carretera.
En los años cuarenta el trazado de la
carretera a Málaga paralelo a la vía férrea había quedado estrecho y obsoleto,
y el antiguo camino de las Yeseras presentaba demasiados impedimentos para ser
acondicionado como vía principal; así que las autoridades optaron por un
antiguo proyecto iniciado en 1931, de variante de circunvalación sobre la
estación de ferrocarril, el que tras algunas reformas, abrió una nueva
carretera que enlazo el puente de hierro con otro camino ya existente, que
desde la Fabriquilla
partía en dirección a Málaga. Nacía de esta forma la actual Avenida de
Andalucía.
Otras vías.
La actual Avenida Manuel de Falla, era una
vaguada que en invierno se convertía en un arroyuelo llamado, arroyo de “Los
Cardiales”, debido a la familia que habito en este entorno con tal apodo, ya
que su principal ocupación era la de "cardar" la lana.
En verano, cuando el cauce quedaba seco, las aguas corrían subterráneas,
procedentes del manantial de El Cano, y otras filtraciones.
Estas afloraban de forma natural en el actual entorno del Centro Comercial del Cruce
y de la calle Córdoba, habiendo tomado la salinidad del terreno por el que
corre. La laguna que así se formaba es ya mencionada en el documento
anteriormente referido sobre la toma de posesión de Venta Romero en 1509, como:
“la laguna entre los caminos de Almoxia y
Cártama…” y
fue otro de los lugares recurridos por la creciente población para el
abastecimiento de aguas de uso domestico. A partir de aquí, el recién formado
cauce seguía su trayecto en dirección al río, bajo a un puentecillo que fue
enterrado por la nueva carretera. Al ser visible la mayor parte del año este
último tramo, el topónimo “Cardiales” sólo se usa en la actualidad en su
vertiente baja, aplicado a la barriada del mismo entorno.
Iglesia de San Isidro Labrador.
Por las gestiones realizadas por el
Obispo de Málaga, Don Balbino Santos
Olivera, en Enero de 1.946 se creaban en su diócesis de Málaga 46 nuevas
parroquias. Una de estas, es la de San Isidro Labrador, que aunque mantuvo su
cede en la de San Pedro de Cártama, aquel párroco se trasladaba a la Estación para celebrar
los oficios religiosos, alternativamente en casa de don Antonio Bravo
Ruiz y don Sebastian García Agua, citas en la barriada de la Estación , junto a la
antigua carretera de Alora-Málaga.
A principios de los años cincuenta, el
Obispo don Ángel Herrera Oria, consciente del analfabetismo y atraso de las
zonas rurales de Málaga, presento en Madrid ante el Gobierno, un estudio
socio-religioso, el cual fue aprobado por Ley del 16 de diciembre de 1954,
mediante la que se crea el "Patronato Mixto para el Plan Quinquenal de
Educación Primaria en la provincia de Málaga". Este patronato se
comprometió a construir 250 escuelas en
cinco años.
Entre todas aquellas capillas-escuela,
algunas en término de Cártama, se incluía la de la Campiña , y con este
objetivo se formó en la barriada de la Estación , la "Junta Pro-Capilla",
encargada de hacer rifas, festivales y recaudar donativos, con los que se
adquirieron 800 metros cuadrados
de terreno en el lugar conocido como "Montecielo".
La construcción se presupuestó en
639.502,85 pesetas, y pese a los problemas surgidos durante las obras se dio
por inaugurada la nueva Iglesia el 15 de mayo de 1957, con un templo de 27 metros de largo, con
sendas clases de niños y niñas a ambos lados, dos viviendas, archivo y patio.
Aportado por los feligreses de la Estación:
|
95.219,50.
|
Donadas por el Ayuntamiento:
|
80.535.
|
Cedido por el Patronato Diocesano de Educación Primaria:
|
463.748,35.
|
Total en pesetas:
|
639.502,85.
|
Fuente: Acta fundacional de la Parroquia.
Foto: 14. Recordatorio de la inauguración de
la Parroquia.
(foto: Ramón Soler Pérez)
La construcción durante la década de
los setenta, de un puente sobre el arroyo de Torres, para mejorar el acceso desde Málaga, dejó al
descubierto un acuífero a poca profundidad. Por lo que se acondicionó un pozo
en aquel entorno, desde el que se transportaba el líquido a un aljibe
construido a tal efecto en la actual calle Toledo. Este, además de la fuente
que tenía adherida, abastecía a otras distribuidas entre el vecindario de
entonces.
Una de ellas, hoy desaparecida, era un
pequeño pilar con grifo junto al Parador de la Estación.
Otra estuvo junto a la Iglesia , adosada a una
pared.
Otra existió en la confluencia de las
calles Alemania y Manuel de Falla. Esta acabaría destruida por un accidente
automovilístico.
Otra se instaló en las paredes de
Industrias Prolongo, hacia la mitad de la actual calle Carmen Juanola, donde
aún existe, aunque restaurada.
Otra estuvo en la intercepción de las
calles Córdoba y Canarias. Consistía en un tubo vertical conectado a la red, al
que se le instaló un grifo.
Foto: 15. Fuente de la
calle Carmen Juanola.
(Archivo del autor.)
Foto: 16. Fuente que
existió entre las calles Córdoba y Canarias.
(foto: Antonio Gutiérrez Vera.)
Durante la década de los setenta
continuó la expansión urbana por la zona de “La Era ”, tomando forma esta barriada, y su vecina de
“Los Almendros” con las casas que cada vecino se autoconstruía. Para uso de
estos se dejaron dos tomas de la red pública, distantes entre sí, en las que
los propios vecinos construyeron dos fuentecillas, una de las cuales aún se
puede ver en su estado original, la otra ha sido reformada recientemente.
Foto: 17. Fuente de la
barriada La Era.
(Archivo del autor.)
Foto: 18. Vista de la
calle Carmen Juanola en los años 60 del siglo XX
(foto: J. M. Sánchez Ortega.)
Y aquí abandonamos este trabajo, con
la esperanza de sea sólo el germen de uno mayor, ya que la información que se
queda en el tintero es mucha y muy variada.
Fernando Bravo Conejo.- 2013.
Un buen trabajo de Fernando Bravo por el que le felicito, Me renueva antiguas emociones . Paco Baquero
ResponderEliminarReleídas las entregas que lleva este blog de Fernando Bravo, le reitero mi en hora buena. Necesariamente ha de dar sabrosos frutos para los amantes de nuestra dilatada y plural historia (una de las más enjundiosa en épocas de la Bética), tan diluida por el tiempo y olvidada y manipulada a veces en sus hitos más emblemáticos y señeros.
ResponderEliminarYa somos más en esta tarea que siempre tiende al enriquecimiento mutuo: Este último trabajo de Bravo me ha proporcionado algunos datos que desconocía para sustanciar mis libros en ciernes, "ECOS DE LA ALHÓNDIGA", y el opúsculo, "MEMORIA HISTÓRICA DE UN NIÑO DE LA GUERRA". Nuevamente, en hora buena.
Muchas gracias Paco. Sigamos trabajando.
EliminarSeñor Bravo, estupendo blog.
ResponderEliminarYo no soy de Cártama pero he estado muchas veces, fundamentalmente por trabajo y algo he andado por sus calles y algo he disfrutado de su pueblo.
Así mismo, como enamorado de la provincia de Málaga -aunque procurando no caer en el provincianismo rancio-, le felicito y le agradezco su trabajo, el de mostrarnos cosas de su pueblo, cosas de su historia, para que así quede memoria y no se olvide de donde y de qué venimos.
Un cordial saludo,
Fernando de Laguno Oviedo
Enhorabuena Fernando, muy buen trabajo. Espero tener un poco más de tiempo libre, para pasarte nuevos datos de la rama "Navas" asentada en Cártama
ResponderEliminarHola. Me gustaria saber el por que del nombre. CORTIJO DE LAS TRES LEGUAS. gracias y un saludo
ResponderEliminarBuenas tardes Fernando, sabrias decirme en que publicacion aparece la foto de los fosiles? Gracias
ResponderEliminarBuenas tardes: entiendo que pudiera ser una errata cuando se dice "en más de una ocasión compartió viaje con un aún anónimo Antonio Molina, que desde Málaga llegaba aquí en bicicleta para comprar leche", no es Antonio Molina sino un tal DIEGO GÓMEZ, padre del después especialista en compla y locutor DIEGO GOMEZ (el padre era lechero, vamos, muy humilde comerciante de leche).
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