Conocí a Manuel Cruz en octubre de 2012, y rápidamente me engancharon
sus vivencias como militar, ya que fue testigo y vivió en primera persona uno
de los capítulos de la historia de España que aún está por esclarecer.
Manuel Cruz Martín nació en Álora, en el año 1936. Por circunstancias
personales y familiares decidió alistarse en la Legión con tan sólo 14 años,
pero como no le estaba permitido hacerlo, alteró su documento de identidad,
tanto en la edad, como en el nombre, que cambió por el de Antonio Cruz Molina.
A los dos años de estar en la Legión se alistó como paracaidista en el Cuartel
de Capuchinos de Málaga; y como tal estuvo presente en el conflicto bélico de
Sidi Ifni. Allí participó en una operación que trataba de sorprender al enemigo,
sobrevolando la posición conocida como “entrelatas”, en la que se dejó caer
unos 600 paracaidistas desde una cota de 300 metros de altura directamente
sobre el enemigo, lo que los convertía en blancos perfectos.
En esta situación cada hombre usaba su propia táctica, según su
experiencia y conocimientos; unos disparaban sus fusiles desde que saltaban,
otros dispersaban al enemigo del lugar donde pensaban caer, lanzando
previamente algunas de las ocho bombas de grafiti que portaban, y otros
preferían caer en barrena para disminuir el tiempo de exposición al fuego
enemigo. Aun así, más de la mitad de los hombres que saltaron fallecieron en
aquella operación, la mayoría de ellos antes de tocar suelo; otros se partieron
las piernas al saltar de tan poca altura, lo que los hizo presa fácil del
enemigo que cometió con ellos atroces torturas, amputando lenguas y saltando
ojos; los menos cayeron en los enfrentamientos.
Manuel Cruz equipado y dispuesto para saltar. |
Manuel Cruz opto por ametrallar
el suelo con su fusil durante el salto y lanzar seis de las ocho bombas que
llevaba, pero pocos metros antes de tocar suelo, un disparo desde el flanco
derecho le atravesó las dos rodillas, dejándole inmovilizado; aun así, siguió
disparando sin permitir que se le acercara ninguno de aquellos furiosos moros.
Manuel Cruz en pleno salto. |
Estando en esta situación se le acercó un capitán para interesarse por
su estado, al que explico lo que había pasado. El capitán, dándolo por perdido,
le explico que delante de él, a pocos metros, tenía un puesto avanzado enemigo,
protegido por un enorme montículo artificia de tomillo, que estaba causando
numerosas bajas entre sus compañeros, y le conmino a que usase las dos bombas
que le quedaban, así lo hizo Manuel, acertando de lleno, y silenciado de pronto
el fuego que de allí salía. Este acto le valió a Manuel la Medalla al
Sufrimiento por la Patria.
Manuel Cruz ya condecorado. |
Al abandonar aquel conflicto, y como hijo de ferroviario, fue destinado,
con carácter militar, a la estación ferroviario de Fernán Núñez (Córdoba), de
allí pasó a Gobantes, y de aquí a Cártama; donde ha acabado sus días.
Toda su vida ha recordado aquella vivencia, tanto por la fuerte
experiencia vivida como por los dolores que le han acompañado siempre, fruto de
aquella bala que le atravesó las rodillas.
Por esto creo que es de justicia rendir este pequeño homenaje en su
memoria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario