A principios del siglo XVIII podemos
documentar ya la existencia de la tradición procesional en Cártama, cuando don Pedro
Navarro Altamirano, después de hacer sus estudios de Gramática y Filosofía, se estableció
hacia 1730 en esta villa, donde sus antepasados tenían privilegios de nobles.
A poco de llegar y como beneficiado de
la Iglesia parroquial, estableció la devoción del Viacrucis desde el templo de
San Pedro a la cercana Ermita del Santo Cristo de la Vera Cruz, que por
entonces se hacía a diario.
De esta época datan las hornacinas que
marcan las estaciones del viacrucis, la mayoría de las cuales han desaparecido
hoy. Los devotos hacían el camino
marcado por las estaciones penitenciarias, parando en cada una de ellas para
rezar una oración.
Desde entonces se ha mantenido la
tradición siendo un referente social similar al de la Virgen de los Remedios;
tanto, que en 1888 coincidiendo la procesión de El Paso en Viernes Santo, con
el nombramiento de una nueva corporación municipal, los alcaldes saliente y
entrante comenzaron a discutir por ver quién tenía derecho a presidir el acto y
acabaron a palos en mitad de la calle. Una muestra del interés social que despertaba este evento. Sin embargo, la
época que mejor documentada tenemos son las primeras décadas del siglo XX;
quizás por la laguna documental que existe sobre los años anteriores, pero
también podría deberse a que estas décadas fueron de auge cofrade y profunda
devoción.
Imágenes
posesionadas:
Nuestro Padre Jesús de la Humildad.
(Los Verdes)
Talla del siglo XVIII de la que se
ignora el autor, pero dada la similitud a la de El Rico, que se encuentra en la
parroquia de Santiago de Málaga, expertos han considerado que es obra del mismo
autor.
Su día de procesión era el viernes santo,
aunque también se le hacía un triduo en
enero y otro en cuaresma.
Los devotos alumbraban con velas el
paso de esta imagen y se tiraba fuegos artificiales y cohetes. Fue su Mayordomo,
don Manuel Pérez López era 1924, apodado “paja larga”. Era tradición que el día
anterior, después de celebrada la “Novena”, el hermano mayor obsequiase con una
“buñolada” a otros hermanos y amigos.
El Paso.
Acto con el que se rememora la pasión
de Cristo. Tenemos noticias de que en 1925 se celebraba después de la
procesión, sobre un tablado montado ante la fachada de la Iglesia.
La Hermandad llegó a tener 150
hermanos,
de los que hemos conocido a los siguientes:
don Manuel Berlanga Baquero, ex
capellán castrense (1925-1927);
don José Berlanga, que en 1929 consta
que donó unos cordones de oro al Cristo (1929)
don José Miranda (1925);
don Francisco Roldán Sola (1925);
don Manuel Pérez López, como Presidente de la
Cofradía (1925-1929).
doña Dolores Plaza de Pérez, que en
1929 donó un estandarte con anagrama bordado en oro y en el cetro el rostro del
señor pintado por don José Briales (1929).
Los pasos trascurrían de la siguiente
forma:
Jueves Santo: los oficios comienzan a
las cuatro de la tarde con el paso de Abrahán, la Samaritana, la Magdalena, la
Cena, Lavatorio, oración del Huerto, prisión de Jesús y acabando el acto con la
procesión de Jesús de la Humildad.
Viernes Santo: oficios religiosos a
las nueve y a las doce, continuación del Paso, conducción de Jesús a los
Tribunales, concluyendo la procesión en la calle de la Amargura (Viento).
Tradicionalmente era el día 29 de
junio el que se celebraban los festejos en honor de Jesús de la Humildad, con
los correspondientes festejos, que se desarrollaban de la siguiente forma:
Desde temprano la banda de música
recorre las calles interpretando lo mejor de su repertorio.
A las diez y media función religiosa
con sermón a cargo de una destacada personalidad religiosa.
Entre las siete de la tarde y las diez
de la noche trascurre procesión por la calle del Viento, entonces conocida como
calle de la Amargura, acompañado de la Virgen de los Dolores; a la que
concurren todos sus hermanos llevando túnicas y cirios encendidos y unos doscientos
penitentes. Para el paso de la imagen se levantaban arcos con ramas de álamos,
palmeras y flores en la plaza.
Acaba el acto con el descendimiento de
la cruz y entierro de Cristo.
Por la noche se celebraba una verbena
animada por la banda de música, con bailes y tirada de fuegos artificiales, al
igual que en la noche del anterior día 28. Ambas
noches los Hermanos se encargaban de velar la imagen, por turnos.
Nos consta que en junio de 1927 donó
don José Briales a esta imagen una cinta de moaré pintada por él, con bellas
flores y telas.
Nuestro Padre Jesús Nazareno.
(Los Moraos)
En la descripción que ofrece la prensa
en 1929 se detalla que sale el patrono en procesión el 28 de marzo sobre la
nueve de la noche, acompañado de la Virgen de la Esperanza. El acompañamiento
procesional estaba formado por unos 230 cofrades, vistiendo túnica morada y
portando cirios encendidos; 80 con túnicas blancas con cíngulos rojos; cuatro
maceros; banda de música de Alhaurin de la Torre y otra de cornetas y tambores
y los mayordomos de las imágenes hasta en número de cuatro, vistiendo túnicas
blancas con capas moradas, cíngulos de oro y bastones de plata.
La Hermandad llegó a tener 230
hermanos en 1929, de los que hemos conocido a los siguientes:
don Juan Mora, miembro de la Junta
directiva de la Hermandad.
don Eduardo Bedoya Vargas, miembro de
la Junta directiva de la Hermandad.
don Antonio Espinosa, miembro de la
Junta directiva de la Hermandad.
don Juan Faura, miembro de la Junta
directiva de la Hermandad.
don José Prieto Negrete, miembro de la
Junta directiva de la Hermandad.
don Francisco del Pino, miembro de la
Junta directiva de la Hermandad.
don Fernando Faura Gómez, hermano
mayor y Presidente de la Virgen.
don Rafael Marín, Presidente de la
Virgen, Juez municipal.
don Antonio Peñafiel, Presidente de la
Virgen y Secretario del Ayuntamiento.
don Miguel de Luna, Presidente de la
Virgen y oficial de secretaría.
don José Bedoya Vargas, Mayordomo del
Trono de Jesús Nazareno.
don Antonio Bedoya Vargas, Mayordomo
del Trono de la Virgen de la Esperanza.
don Antonio Mira, Mayordomos de la
procesión.
don José Faura Barrionuevo, Mayordomos
de la procesión.
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La tradición desaparece en Cártama
después de 1929, ya que el desarrollo de los pasos de este año se encuentran
recogido en prensa; aunque según nos cuenta don Francisco Baquero, se continuó
hasta 1934, lo que nos lleva a la conclusión, teniendo en cuenta las
circunstancias vividas en España durante estos años, de que a partir de 1930
comenzó a decaer hasta su desaparición total.
Declarado el estado de guerra en
España el 18 de julio de 1936, a los dos días y de regreso de Málaga de asistir
a un mitin, un grupo de exaltados cartameños se dedica a saquear y destruir
imágenes y otros elementos artísticos religiosos, entre los que se encontraban
las piezas procesionales.
Las últimas Cofradías.
Sobre este periodo la escases
documental es aún mayor, pero contamos con la ventaja de los testimonios orales
de personas que lo vivieron. En ocasiones, la memoria de las personas con las
que me he entrevistado ofrecen versiones contradictorias, por confusión, fallos
de memoria o poco conocimiento, aunque siempre, mucha voluntad; así que debo confeccionar
un trazado histórico contrastando la documentación existente con las
narraciones recogidas, descartando aquellas que se contradigan o no se puedan
documentar.
En base a este criterio de trabajo he
llegado a las siguientes conclusiones:
En la década de los 50 hubo en Cártama
un esfuerzo importante por recuperar esta tradición. Se reorganizaron las
antiguas Cofradías, restauraron imágenes y adquirieron tronos, ropajes y todo
tipo de enseres.
La primera en recuperarse fue la de
Nuestro Padre Jesús Nazareno por parte de don Miguel Bedoya Castillo; cuya
imagen había permanecido oculta durante la guerra en el chalet de “Villa Paca”
de Pedregalejo, junto a otros enseres, en el fondo de una caja con material
eléctrico que en numerosas ocasiones fue apartada por los milicianos a patadas
sin saber lo que en el fondo se ocultaba.
Además se salvó ocultas en Cártama,
una túnica del Nazareno, ricamente labrada, que después de la guerra fue
prestada en ocasiones a la Cofradía de Alhaurin el Grande, hasta que pudieron hacerse
con las suyas propias; y el estandarte que donase doña Dolores Plaza en 1929. Tras
la guerra civil se prosesionó por primera vez el Viernes Santo de 1956. En mayo
de 1957 esta cofradía adquirió la imagen de Jesús Resucitado, quedando como su
camarera doña Antonia Díaz.
La Virgen de los Dolores, que había
sido guardada por doña Dolores Roldán Faura, también fue entregada a la Iglesia
para que de nuevo se integrase en la procesión.
Campana que portaba el
Hermano Mayor de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, y que hacía
sonar a la voz de: “¡Viva Cristo Rey!”. Actualmente en la casa-museo de
González Marín en Cártama.
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Campana del trono de Jesús
Nazareno que se conserva en el Museo de la Virgen de los Remedios, en
Cártama.
|
Posteriormente fue recuperada la imagen
de Nuestro Padre Jesús de la Humildad (los verdes) también conocido como “el
coronado”, a iniciativa de don José Orejuela Bedoya, restaurado a partir de un
dedo de la talla original recuperado de la fogata de 1936, tomando como muestra
una antigua postal, fue en cargada en Sevilla a los talleres Salesianos. De la
quema de 1936 también se salvó un estandarte rojo con la imagen de Jesús. Este
señor asumió toda la responsabilidad y costos necesarios para la reorganización
e hizo los encargos en primer lugar de la imagen y unos años después el trono a
don Pedro Pérez Hidalgo, alumno de don Francisco Palma. Hasta entonces, para su
procesión que solía ser el Jueves Santo, se usaba el mismo desgastado trono que
para la Virgen de los Remedios y el resto de las imágenes.
Dada la dedicación al comercio de las
telas del señor Orejuela, adquirió la materia prima y todas las túnicas y
ropajes fueron cosidos en Cártama por muchachas que decidieron dedicar horas y
horas a este menester.
De su Junta Directiva hemos conocido
a:
Primer Hermano Mayor: don José
Orejuela Bedoya.
Segundo Hermano mayor: don Miguel
Martín Fernández.
Tercer Hermano Mayor: don Antonio
Hurtado Sepúlveda.
Las discrepancias parecen tener su
origen en el carácter autoritario del entonces párroco de Cártama, don José
María Almagro Vázquez, el cual protagonizó numerosos altercados, la mayoría de
ellos tan sólo en el recuerdo de algunos vecinos, pero otros, se conservan
sobre el papel. Es el caso de lo ocurrido en abril de 1958; cuando ya se
encontraban todos los preparativos para las fiestas en marcha, hubo de
convocarse un pleno de urgencia el 11 de abril a las nueve de la noche, porque
la imprenta a la que se le había hecho el encargo de los programas de feria
había notificado por teléfono que se acababa de presentar el señor cura para
prohibir en la publicación los actos de carácter religioso y la imagen de la
Virgen de los Remedios. Finalmente se resolvió el asunto poniéndolo en manos
del Gobernador Civil y el Obispado, con lo que la publicación salió con la
normalidad de otros años. Tras leer este documento decidí interrogar a los
mayores sobre esta cuestión y me confirmaron que recordaban más de una ocasión
de enfrentamientos verbales entre el párroco y algún vecino.
1958.
Nos cuenta don José María Almagro en
su “Memoria de la Parroquia de San Pedro de Cártama”, que el día 26 de junio a
las diez de la noche era bendecida la imagen de Jesús de la Humildad, donada a
la parroquia justo el día y a la hora en que se cumplían los 22 años de la
quema de la original; lo que no coincide en la fecha de la quema con lo que nos
dejó escrito don Antonio Palomo Báez en su informe de 1937.
En el acto de bendición de la imagen quedo nombrada como su camarera doña
Antonia plaza Domínguez, esposa del donante.
El 29, además de ser la festividad de
San Pedro, es el día que tradicionalmente se prosesionaba Jesús de la Humildad.
Muy de mañana llega desde Málaga el Regimiento Aragón nº 17, que toca la diana
a los cartameños; a las diez función religiosa y sermón; a las once de la noche
nos dice que se desarrolló la procesión “con el Señor de la Humildad”, en la
que incluso se vio llorar a algunos mayores que después de 22 años volvían a
ver esta imagen en la calle.
Cuentas los testigos que desde la
tarde del 28 de junio los hermanos de Jesús de la Humildad estaban inmersos en
los preparativos de su día grande; hasta entonces la imagen se guardaba en casa
de aquel que la encargó, pero desde que fuese bendecida el anterior día 26 se
encontraba en la Iglesia. El 29 muy de madrugada salió el Hermano Mayor hacia
el campamento Benítez, regresando al amanecer a la cabeza de la banda de música
que tocó la diana y todo un repertorio de marchas.
La calle de en medio, entonces llamada
General Franco, se había acondicionado con una larga mesa que se extendía por
todo el trazado principal, en la que se ofrecían dulces, comidas y bebidas a
los militares. Estos tocaron hasta la noche, en que se celebró la procesión con
normalidad, y se quedaron a dormir en casas de vecinos, a razón de entre dos y
cuatro por cada casa.
Tras las fiestas la imagen retoma su
antiguo lugar dentro de la iglesia, que es el nicho tercero de la nave de la
epístola; y queda entre los antiguos cofrades el compromiso de reorganizar la
Hermandad.
1959.
Para el siguiente año preparan su
nuevo trono, que era tan grade que necesitaba de ser montado fuera del templo;
el día anterior la actividad era frenética y el párroco había manifestado de
nuevo su deseo de que al ser festividad de San Pedro, patrono de la parroquia,
debía salir éste el primero y tras él Jesús de la Humildad, el cual ya había
salido en procesión el año anterior, pero usando el viejo trono, por lo que
este día hacía su presentación pública. Sin embargo San Pedro ni tenía trono ni
estaba acondicionado para ello, y el seguir las pautas marcadas por el cura
desluciría toda la procesión, tan minuciosamente preparada.
En el programa para la feria de abril de 1959 aún aparecían reflejadas las Hermandades. |
Los hermanos mayores de ambas
cofradías, conocidos y amigos, dialogaron aquella noche y estuvieron de acuerdo
en que ya que eran ellos los promotores y mecenas de todo aquel movimiento,
justo era que ellos decidiesen el orden a seguir. Sin embargo, al continuar el
señor Almagro firme en su idea, fallaron los diálogos y las propuestas
alternativas, hasta tal punto, que el cura cerró con llave desde dentro la puerta
de la Iglesia, para impedir que ninguna imagen pudiese salir. Al conocerse en
el pueblo que “el coronao” no salía a la calle se armó un gran revuelo con
gritos ofensivos al cura, que según se
cuenta, se encerró y no salió en todo el día a la calle.
Para el siguiente día 5 de octubre, se
posesionó la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno (los moraos) por última
vez, ya que al desaparecer la rivalidad cofrade perdía sentido el continuar.
Don José María Almagro durante una visita al Vaticano en el año 1956. |
Algún tiempo después, los Hermanos del
Santo Cristo de la Vera Cruz, de Alhaurin de la Torre, supieron que en una casa
particular de Cártama existía un hermoso trono que nunca se había posesionado y
decidieron ponerse en contacto con el propietario, para comprarlo; este accedió
y lo usaron para sacar su Cristo Crucificado rodeado de cuatro faroles.
Don Salvador González Anaya también se
ocupa de la descripción de esta festividad, en la segunda parte de su novela
“Tierra de señorío”; en la coincide en la mayoría de lo expuesto con lo
encontrado en otras fuentes, por lo que es bastante recomendable su lectura, aunque
no deja de ser narración novelada, lo que resta credibilidad a las anécdotas.
Este señor nos cuenta que los hermanos
de la Cofradía de Jesús Nazareno eran apodados los “apurasombreros” por el
carácter humilde de estos y en el sentido de apurar las prendas por desgastadas
que estuviesen; y los de Jesús de la Humildad eran llamados “los pudientes”. Dice
también que desde un balcón de la plaza hacía de narrador durante las
escenificaciones un albañil apodado “Papa pollo”, lo cual coincide con una
inscripción en yeso que apareció en la actual casa-museo de González Marín, en
la cual se mencionaba como ejecutor se unas reformas a principios del siglo XX
al tal “Papa pollo”, que podríamos identificar con algún miembro de la familia
Cañamero.
A finales de los años 80 otro grupo de
cartameños intento recuperar esta tradición, que fueron apoyados por el
entonces párroco don Jesús Pascual, el cual se implico con ellos y
gestionó los recursos administrativos
necesarios.
Como conclusión a todo lo expuesto
podemos deducir que para recuperar la Semana Santa cartameña hay que empezar
por donde lo hicieron nuestros mayores, es decir , por organizar las Cofradías con
su casa hermandad, enseres propios y suficiente número de hermanos que paguen
sus cuotas y dispuestos a implicarse.
Sólo cuando exista podrá su Junta
Directiva organizar los eventos que crea oportunos sin depender de nadie.
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Este trabajo ha sido posible gracias a
la colaboración de:
-
Archivo
Histórico de Cártama.
-
Archivo
Parroquial de Cártama.
-
Casa
museo de González Marín, Cártama.
-
Isabel
Morales González.
-
María
Sánchez Ortega.
-
Montse
Cañamero.
-
Miguel
Plaza Gutiérrez.
-
Francisco
Baquero Luque.
-
Juan
Bedoya Vargas.
-
Juan
Martin Sánchez.
-
Antonio
Benítez Orejuela.
-
Antonio
Carvajal Botello.
-
Y
otras muchas personas que me han dedicado su tiempo y paciencia.
Thanks for sharing, nice post!
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