Hoy que se cumple el 64 aniversario de la
inauguración de un lugar que sería emblemático durante años, merece la pena
recordar aquella época y las circunstancias que dieron lugar a esta
construcción
Con la entrada en la
década de los años 50 del pasado siglo XX, poco a poco España deja a tras una
dura posguerra. La economía comienza a reactivarse débilmente, y esto se nota
en la dotación de elementos urbanos para el servicio público y otras
inversiones.
Entre estas destacan en
la ciudad de Málaga:
La Escuela de Formación
Profesional “Francisco Franco”, inaugurada el 30 de abril de 1948, por la que
pasaran, como internos muchos cartameños.
El Plan de reposición de
viñas, almendros, higueras y algarrobos; en el que quedan incluidas 20.000
hectáreas de tierras malagueñas, en las que se invierten 220 millones de
pesetas en 935.000 jornales de toda la provincia, a partir de 1950.
El edificio de la
Organización Nacional de Ciegos, que es inaugurado el 19 de junio de 1951, en
el número 16 de la Alameda Principal de Málaga.
Los Mercados de Ciudad
Jardín, Churriana y Torremolinos, que se inauguran en el año 1953.
Y otras más.
En Cártama también se
acometen importantes obras públicas, cada una de ellas con sus propias
circunstancias y vicisitudes, que merecen ser estudiadas por separado. Una de
estas obras fue la del abastecimiento de aguas y dotación de lavaderos públicos
para la población; que una vez acabada y puesta en uso, fue conocida
popularmente como: “los Caños Gordos” ó “los grifos”.
Hasta entonces muy pocos
edificios contaban con agua corriente, el matadero, el mercado, y pocos más. Lo
que ocasionaba que con frecuencia se viesen colapsadas las fuentes públicas
existentes, como el Pilar Alto, el pilar de Abajo, los Chorritos, y algunas que
otras menores. Realmente era una mejora muy necesaria.
Para el abastecimiento
de esta fuente, se tomó el caudal procedente de la llamada “mina de huerta
segunda”, que se encuentra a la salida de Cártama en dirección Alhaurin el
Grande, frente al Colegio La Mata, donde la última calle de esta urbanización
corre paralela a la sierra. En la actualidad se encuentra la boca de salida de
esta mina, cerrada con obra moderna, para evitar peligros, pero este recurso ha
permitido también su protección, lo que ha sido una prórroga de su existencia
en el tiempo.
Se trata de una galería
excavada en piedra caliza, que busca los afloramientos naturales por los que la
falla permite el desagüe del acuífero de forma natural. En los años muy
lluviosos es normal que en esta zona mane el agua espontáneamente, siguiendo el
perfil de la sierra, por lo que en las cercanías se pueden encontrar otros
aprovechamientos de tiempos más antiguos.
La conducción está
fabricada en bóveda de ladrillo y cemento, que a tramos tenia aliviaderos y
albercas, para permitir la limpieza y el aprovechamiento para riegos. Elementos
que están desapareciendo a medida que se construye en la zona, aunque aun son
visibles algunos.
Costeada por el Gobierno Civil de la
Provincia, esta construcción fue
integrada en el casco urbano, en la confluencia de las calles Alarcón Lujan y
Santa Ana. El estilo arquitectónico corresponde a principios del siglo XX, con
paredes encaladas rematadas en ladrillo rojo y rejería. Constaba de dos grifos
para abastecimiento, abrevadero para animales, lavadero con doce pilas con sus
grifos y el correspondiente alcantarillado.
Personas que
aparecen:
2.-
Don José del Rosal Pérez, Cura Párroco.
2.-
Don Baltasar Peña Hinojosa. Presidente de la Diputación Provincial.
3.-
Cabo López.
4.-
Don José González Marín.
5.-
Don Manuel García del Olmo. Gobernador Civil de la Provincia.
6.-
Don Francisco Segovia Ruiz, Alcalde de Cártama
7.-
Don José Chicano de la Bárcena, Alcalde de Coín.
8.-
Sub Jefe Provincial del Movimiento.
9.-
Don Francisco del Pino y Lluva. Juez de Paz de Cártama.
10.-
Don Francisco Baquero Vargas.
11.-
Miguel Vargas Roldan; del Café Central.
12.-
Don Diego Castro Villalva.
13.-
Don Antonio Hurtado Sepúlveda.
14.-
Don Juan Roldán Díaz. Fiscal de Cártama.
15.-
Don José Gómez Rueda; “Pepito la Huerta”. Policía Municipal.
16.-
Desconocido.
17.-
José Bedoya, “el Chirro”.
18.-
Don José Fernández, Secretario del Ayuntamiento.
El día de la inauguración,
martes 6 de febrero de 1950, fue un importante evento en el que confluyeron las
personalidades sociales malagueñas del momento, además de los representantes
públicos del pueblo.
Aquella mañana llegaron en Cártama el
presidente de la Diputación, don Baltasar Peña y su secretario particular, el
Gobernador, señor García del Olmo y otros acompañantes malagueños y de pueblos
cercanos, que fueron recibidos por el alcalde, párroco, comandante de puesto de
la Guardia Civil, concejales, jerarquías sindicales y distintas
representaciones, juntamente con muchos vecinos.
Tras la procedente bendición por parte del señor cura párroco, dio un
discurso el señor García del Olmo, en el que se comprometió además a arreglar
el camino de acceso al lavadero. Finalizado el acto se trasladaron a la Sala
Capitular del Ayuntamiento, donde el Gobernador rodeado de las demás
autoridades procedió a repartir donativos en metálico entre las familias más
necesitas del pueblo, por un valor total de 5.000 pesetas. Seguidamente tomó la
palabra el cura párroco, que agradeció la ayuda y asistencia a los necesitados
que el Gobernador venía haciendo, así como las obras públicas por toda la
provincia, solicitando al Ayuntamiento que se le nombrase hijo adoptivo. Vuelve
a hacer uso de la palabra el Gobernador para agradecer la acogida que se le ha
dado, aceptar el nombramiento de hijo adoptivo de Cártama y comprometerse a
hacerse cargo de la construcción de un grupo escolar para niñas, que el señor
cura le tenía solicitado. Seguidamente, al tomar la palabra el Presidente de la
Diputación Provincial, anuncia que esta entidad contribuiría con sus fondos a
las obras antes mencionadas.
Los lavaderos fueron derruidos durante la década de los setenta del
siglo XX, con la introducción de la red de abastecimiento en las viviendas
particulares. Pero aun hoy, el conjunto es uno de los más recordados, no sólo
por su amplitud y ornamentación, también porque se convirtió en lugar de encuentro
habitual, ya que raro era el día en que no había que acudir para algún
menester, o simplemente pasar junto a él.
Aunque la que hoy existe
es obra moderna rememorando la antigua, y los que pasamos cerca sólo podemos
imaginar cómo fueron sus mejores años; aun quedan muchas personas que pueden
contarnos anécdotas vividas en su entorno.
Resulta incomprensible
porqué un lugar antaño alegre y bullicioso, hoy resulta lúgubre y olvidado. Espero
que esta breve descripción sirva para que estos elementos históricos sean
valorados, cuidados y respetados.
Como siempre, agradezco la colaboración
para este trabajo de:
-
Juan
Bedoya Vargas.
-
Miguel
Cañamero Márquez.
-
Antonio
Manceras.
¡¡Enhorabuena por el reportaje!! Me has hecho trasladarme a la época, aunque solo sea mentalmente, puesto que no llegué a conocerlo en funcionamiento, sí que puedo corroborar que muchas veces fue lugar de encuentro y de juegos de niños de mi pandilla.
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