viernes, 6 de septiembre de 2013

La Plaza de la Constitución de Cártama.

         La actual distribución de la plaza responde al diseño que de ella hicieron los repartidores allá por 1493, cuando marcaron sobre las paredes musulmanas existentes lo que debía ser aprovechado y lo que debía derruirse para que quedase como plaza.
         Ya entonces se tuvo en cuenta que el visitante accedería a este espacio urbano a través de la Puerta de la Villa, situada al principio de la calle Real, hoy calle Concepción. Una vez llegados a la altura de la calle Toril, se encontraría con un amplio espacio en el que artesanos, ganaderos y vendedores de todo tipo de productos de la tierra exponían sus artículos. La forma de embudo obliga al visitante a centrar la vista en el templo y su fachada principal, y sobre la puerta de entrada, el escudo de los Reyes Católicos. Es necesario atravesar la plaza y pasar por la puerta de la Iglesia para dirigirnos al Castillo. Una forma subliminar de recordar que nos encontramos a merced del poder del clero y la corona.

         De los cambios sufridos por este espacio urbano desde entonces, tan sólo tenemos constancias de los dos últimos siglos; pero sabido es que le plaza de un pueblo es donde suelen desarrollase los momentos más importantes de su historia.
         Desde las excavaciones arqueológicas de Marqués de Valdeflores, a las modernas distribuciones urbanísticas en las que se han introducido elementos modernistas que chocan con el ambiente clásico y cálido de nuestro pueblo, la imagen de esta plaza ha cambiado en muchas ocasiones. Pero expondré aquellas más significativas de las que he tenido noticias.

                                       


         La fachada de la Iglesia que antaño alojaba las gradas de madera portátiles para las corridas de toros, fue después jardín, y en la actualidad amplia acera para los peatones. Precisamente para estas corridas y capeas estuvo la mayor parte del tiempo despejada la plaza, hasta que se abolieron estas corridas totalmente.
         Estas dos imágenes extraídas del archivo fotográfico Juan Temboury, nos muestran una plaza abierta y libre de mobiliario urbano. La primera de ellas refleja el momento pocas veces visto del tejado de la Iglesia hundido, lo que ocurrió el 8 de abril de 1916, según nos informa la prensa de la época. Si tenemos en cuenta que antes de hundirse hacía ya tiempo que se venía avisando de la carcoma y grietas, hemos de entender que la siguiente foto es de varios años antes, ya que el caballete de la Iglesia se puede apreciar totalmente recto y sin que se aprecie ningún tipo de vencimiento de sus vigas. En cualquier caso se puede ver el porqué de mantener la plaza libre de elementos fijos, que no era que el de la celebración de las capeas propias de la feria de abril, hasta que fueron abolidas en 1916.


         Tras la guerra civil se ajardinó la fachada de la Iglesia y se acondicionó para alojar la cruz de los caídos, común entonces en todas las poblaciones españolas.
         Junto a las aceras de viviendas se plantaron árboles y entre ellos se colocaron bancos de piedra. En el centro se levantó un pequeño altarcito con adoquines, de tres escalones, sobre el que se colocó un pedestal de mármol blanco, y sobre él una columna lobulada de mármol rosado en dos piezas, de planta octogonal y coronada por una cruz de forja; la misma que hoy se encuentra sobre la columna romana a la entrada de Cártama.


 
                                Año 1977.                                                 Década de los 80.
         Se puede apreciar que en los años siguientes se mantuvieron los árboles, aunque se fue cambiando el resto de los elementos.


DENOMINACIÓN: Iglesia Parroquial de San Pedro.
 A este edificio, ya dediqué hace algún tiempo unas letras, que se puede consultar en este enlace: http://cronistadelavilladecartama.blogspot.com.es/2013/08/la-iglesia-de-san-pedro.html 


NÚMERO DE ORDEN EN LA VÍA: 1.

TIPOLOGÍA DE USO: Residencial.

CRONOLOGÍA: Siglo XIX.

PROPIEDAD: Privada.

DESCRIPCIÓN: Desde finales del siglo XVIII es propiedad de la familia Cordero, y se componía de una vivienda principal de una sola planta con fachada a la plaza, y toda la trasera de corral hasta llegar a la calle Callejuelas. Sin embargo, en las particiones que hiciera el patriarca con sus hijos, quedó buena parte de ella en propiedad de doña Josefa Cordero Macías. En 20 de febrero de 1848, cuando esta señora se encontraba casada en cuartas nupcias con Juan Díaz, decidió vender su parte a Dn. Juan de Pablo Blanco y su esposa doña Dolores Salcedo y Yegros, los cuales tomaron posesión en aquella fecha e iniciaron las obras de lo que sería su residencia familiar; pero no  hicieron la correspondiente escritura de la misma hasta el 18 de octubre de 1853, y porque les era necesario hipotecarla para avalar que pudiese su hijo tomar posesión del cargo de administrador del Puerto de San Fernando.


         Por estos documentos de títulos de propiedad, compra venta y peritaje de los alarifes municipales Francisco Cañamero Martín y Antonio González Gálvez, podemos saber que habían pagado por el total del solar cien mil reales de vellón, y en 1852 ya habían construido la nueva casa, usando maderas para vigas, puertas y ventanas de pinos traídos de Flandes, así como gran cantidad de herraje labrado para balcones y rejas, lo que le había dado un valor de peritaje de mil quinientos reales.
                             

         Pero aun abrían de convivir algunos años como vecinos los Salcedo y los Cordero, como se puede comprobar en el Padrón municipal de 1853.
         En 1911 aparece como Farmacia, regentada por don José Salgado Faura, que había estudiado esta carrera en la Facultad de Ciencias de Madrid, entre 1882 y 1883; y también había sido Alcalde de Cártama entre 1894 y 1910, no años consecutivos. Por los años 30 sirvió de Ayuntamiento y la farmacia pasó a estar al lado de esta casa, regentada por la esposa de don José, llamada Matea Pérez, pero que todos conocería como “doña Micaela”.
         Hacia 1920 pasa a ser alquilada como vivienda familiar a varias familias; hasta que tras la Guerra Civil, con la desaparición de los Salcedo de Cártama, es puesta en venta por los legítimos herederos, adquirida por la familia Del Pino, y tomada como residencia familiar de don José Fernández del Rio, Secretario del Ayuntamiento, y su esposa doña María del Pino y Lluva.
         La estética de este edificio que aun puede verse en otras localidades, a permanecido inalterable desde que fue construida por los Salcedo, con un estilo de esquina redondeada, tan finamente, que muchos quisieron ver embutida en esta pared otra columna del Templo romano, al igual que ocurriera en otras casas de Cártama. Este estilo tan común a mediados del siglo XIX, fue perfeccionado y desarrollando mucho más por otro cartameño, Eduardo Strachan, en la famosa calle Larios de Málaga, concediéndole una identidad propia y única al incluir en estas esquinas redondeadas balcones, soportales y cierros.


NÚMERO DE ORDEN EN LA VÍA: 3.

TIPOLOGÍA DE USO: Residencial.

CRONOLOGÍA: Siglo XIX.

PROPIEDAD: Privada.

DESCRIPCIÓN: El matrimonio formado por Félix Lendinez y Rosalía Sánchez, naturales de “la Pizarra”, al trasladarse a Cártama, fueron propietarios en la Plaza pública de esta villa de la casa denominada “de los Galeones”; la cual fue vendida por sus herederos el 12 de octubre de 1848, al presbítero don Juan Artacho Galiano, nacido en Coín hacia 1902; tanto por qué no era posible su división entre los interesados como porque amenazaba ruina.
         En 1911, don José salgado Faura, ya había instalado en esta casa la Farmacia local.
         Siendo Alcalde don Manuel Sevilla Ortega, en 1963 se derruyo la vieja construcción y se construyó otra nueva para que sirviese de Ayuntamiento.
                                          




NÚMERO DE ORDEN EN LA VÍA: 4

DENOMINACIÓN: Casa del Cura.

TIPOLOGÍA DE USO:

CRONOLOGÍA: Siglo XX.

PROPIEDAD: Parroquia de San Pedro.

DESCRIPCIÓN: Diseñada y distribuida como vivienda familiar, se divide en dos plantas. Totalmente reformada hace algunos años, llegó a derruirse, por lo que apenas conserva parte de su estructura original. Destacan el zócalo exterior, de la década de los años cincuenta del siglo XX, así como la puerta principal, de los años finales del siglo XIX y el alero que imita a los de las clases pudientes de la calle de en medio.
         En distintas partes de su patio se guardaron inscripciones latinas de entre las halladas en Cártama, y algunas de ellas llegaron a formar parte de las paredes de la casa.



         Propiedad de la Virgen de los Remedios, desde que doña Catalina de Sarría, viuda de Juan Marques; la cediese en donación al Presbítero don Francisco Botello, por Escritura ante el Escribano don Pedro Romero del Río. Testó dicha señora, confirmando su decisión de donación ante el mismo Escribano, el 20 de febrero de 1703. El Presbítero don Francisco Botello, testó ante el Escribano don Juan Antonio Zamora, el 8 de noviembre de 1746, ratificándose en lo dispuesto por la citada señora, “para que sus rentas se invirtiesen en el culto” a la Virgen de los Remedios.
         El mandamiento se cumplió hasta el año 1841, en que, por la Ley de 2 de septiembre de aquel año, fueron declarados “bienes nacionales todas la propiedades de Clero Secular”; por lo que la casa fue declarada en venta y sacada a subasta. Adquirida por don Máximo Ganancias Pérez, por Escritura de venta otorgada el 2 de septiembre de 1843 ante el Escribano don José Ponce. Se mantuvo en su propiedad hasta que fue vendida el 20 de octubre de 1856 a D. Félix Cañamero García, y al parecer, durante este último periodo de tiempo, siguió residiendo en ella el cura local.
         En 1911 fue la residencia de la familia Faura-Márquez. En 1945 ya aparece de nuevo como residencia del cura-párroco don José del Rosal Pérez.


NÚMERO DE ORDEN EN LA VÍA: 6.

DENOMINACIÓN: Casa de los Huertas.

TIPOLOGÍA DE USO: Residencial.

CRONOLOGÍA: Siglo XVIII.

PROPIEDAD: Privada.

DESCRIPCIÓN: Vivienda familiar de clase media muy reformada en la actualidad, pero que conserva el balcón corrido preñado típico de principios del siglo XVIII. Se compone de dos plantas con vanos asimétricos entre sí, entendemos que debido a modernas reformas. Únicamente los centrales se corresponden.



         En su interior destaca un dintel tallado con figuras hebraicas, en unas condiciones de inserción en el muro medianero con la casa número 4, que mueven a pensar que ha permanecido inalterado desde su construcción.



         Consta en propiedad de la familia Ganancias Rosso desde mediados del siglo XIX. En 1911 residían como inquilinos; las familias Muñoz de Toro-García, Hurtado-Sepúlveda y Espinosa-Hidalgo.


NÚMERO DE ORDEN EN LA VÍA: 7.

TIPOLOGÍA DE USO: Residencial.

CRONOLOGÍA: Siglo XX.

PROPIEDAD: Privada.

DESCRIPCIÓN: N º 7.
         Popularmente conocida como la casa de Cristóbal “el recovero”. El titular, Cristóbal Villalobos, se dedicaba el comercio con todo tipo de productos por el campo, y desde que la compró, instaló en el bajo, esquina con la Iglesia, una “abacería” ó tienda en la que se vendían todo tipo de artículos.
        Esta casa además, tenía otra puerta por la que se accedía directamente a la vivienda, con el número 1 de la calle Pilar Alto.
                                               



NÚMERO DE ORDEN EN LA VÍA: 8.

TIPOLOGÍA DE USO: Residencial.

CRONOLOGÍA: Siglo XIX.

PROPIEDAD: Privada.

DESCRIPCIÓN: Vivienda residencial de clase media, compuesta de bajo más planta alta y cubierta de teja árabe. La fachada presenta dos huecos por planta; los dos superiores, altos y estrechos, se comunican entre sí por medio de un balcón corrido de forja. Los dos inferiores se encuentran reformados, aunque guardan la simetría con los superiores.
                                                 

         Costa en propiedad de la familia Rodríguez-Santana desde mediados del siglo XIX. En 1923 consta como vivienda familiar de don José Prieto Negrete, funcionario municipal desde 1914 y Secretario del Juzgado desde 1932.


NÚMERO DE ORDEN EN LA VÍA: 10.

TIPOLOGÍA DE USO: Residencial.

CRONOLOGÍA: Segunda mitad del siglo XVIII.

PROPIEDAD: Fue propiedad de doña Remedios Ganancias Rosso.

DESCRIPCIÓN: Aun se puede apreciar la arquitectura típica de finales del siglo XVIII.
         Lo que hoy es cochera, a principios del siglo XX fue un establecimiento de bebidas regentado por Francisco López Marín, apodado “el diablo”, que por los años 20 del pasado siglo protagonizó una historia de amor, recordada durante mucho tiempo.
         “Frasquito el diablo”, como era conocido, se enamoró de la muchacha más bonita de los contornos, una chiquilla de 24 años, hija de un agricultor apodado “cara peñón”, el cual no aceptaba la relación de su hija con este muchacho y le insistía que como tenia tantos pretendientes escogiese otro mejor. Pero quizás por aquello de que lo prohibido es lo que más atrae, los jóvenes ya se habían prometido y se veían a escondidas, aunque siempre con el temor de ser descubiertos y de un futuro incierto; con lo cual, tomaron una decisión drástica, aunque muy común por aquellos años y que les uniría irremediablemente, consistente en escaparse juntos y pasar una noche fuera de casa.
         Como resultado, aunque no pasase nada entre ellos, todo el mundo daba por hecho que sí. Con lo cual quedaba mancillado el honor de la muchacha así como el orgullo del padre, y la única forma de reparar este daño era que se casasen, consiguiendo así su objetivo.
         Así lo hicieron, y finalmente se casaron en 1924, pero el hecho quedó en la memoria colectiva del vecindario, que a modo de admiración por la tenacidad de los jóvenes, creó una coplilla que decía:
                                “Una niña muy bonita,
                                  hija de cara peñón,
                                  vino el diablo,
                                  y se la llevó.”
         El matrimonio regentó este local, conocido como “La Taberna del Diablo”, hasta el fallecimiento de Frasquito, ocurrido en 1937.
         El tamaño de la casa permitía que varias familias la habitasen al mismo tiempo, por lo que tenemos constancia que en 1911 residían en ella la familia Espinosa-Pérez. En 1923 era residencia familiar de don José González Marín y su esposa. En 1945 la habitaba doña Dionisia Perles Benítez, recordada por los muchos años que estuvo de matrona de partos en Cártama.Al tiempo también sirvió de escuela.



NÚMERO DE ORDEN EN LA VÍA: 14.

TIPOLOGÍA DE USO: Residencial.

CRONOLOGÍA: Siglo XX.

DESCRIPCIÓN: Casa familiar de don José Roldán Aranda; personaje muy significativo para Cártama, ya que fue maestro itinerante, fundador de una agrupación política durante la I República y muy comprometido con el progreso de su pueblo. Conocido por: “el bizco antequerilla”.


         Y a pesar de todo lo dicho, lo más impresionante de esta plaza aun espera en el subsuelo a ser descubierto. Baste decir que con lo actualmente excavado Cártama está siendo conocida y tomada como referente en toda España. En muy pocos lugares existe una secuencia arqueológica ininterrumpida en el tiempo y sumamente rica, como ocurre en Cártama.
         Estos hallazgos se convertirán en lugar de visita obligada para el turismo cultural, el de más calidad, y por tanto, una fuente de ingresos, como ocurre en otras poblaciones.



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