jueves, 24 de diciembre de 2020

GARCÍA LORCA Y EL VALLE DE ABDALAJÍS.

 

         Cuando ya creemos que todo se ha dicho o escrito sobre un tema o periodo histórico, siempre aparece algo, un documento, un objeto o un testimonio que nos remueve por dentro ante la posibilidad de poder conocer nuevos detalles sobre el capítulo que nos apasiona.

          Este es el caso de García Lorca y su biografía, del que a estas alturas parece increíble que algo nuevo se pueda decir. Sin embargo, hace algunos años mi gran amigo Carlos Lucas, en una de nuestras frecuentes charlas históricas, me puso sobre la pista de un importante personaje que durante un tiempo habitó en la localidad malagueña de Valle de Abdalajís.

         Por la diferencia de edad que nos distingue, lógicamente él ha conocido personas que yo no he podido conocer, sobre todo personas que vivieron nuestra guerra civil en primera persona, en un lugar como Valle de Abdalajís que por ser entre agosto de 1936 y febrero de 1937 frente de guerra, tanto protagonismo tuvo. En cierta ocasión me comentó que una de estas personas que vivió aquellos días le contó que había conocido y tratado personalmente en el Valle a don Patricio González de Canales.

         Pero ¿Quién era este señor que de forma furtiva vivió durante algún tiempo en el Valle?

         Por la biografía oficial publicada en Wikipedia; Patricio González de Canales nació en la localidad cordobesa de Bujalance en 1912, realizó estudios de derecho en la Universidad de Sevilla. Llegó a militar en la izquierdista Federación Universitaria Escolar, pero su marcada línea anticlerical le hizo abandonar la organización.​ Se integraría en el «Frente Español» de Alfonso García-Valdecasas, y posteriormente en Falange Española. Llegó a ser jefe local de Falange en Sevilla, y para julio de 1936 era inspector de Falange para Andalucía oriental,



         Él mismo cuenta en una entrevista que se le hizo el 8 de octubre de 1973, publicada por el periodista Eduardo Molina Fajardo (Los últimos días de García Lorca. Ed. Plaza y Janes. 1983); a comienzos de julio de 1936 ya se preparaba el alzamiento en todas las provincias de España. Esto era de dominio público hasta el punto de que se encarcelaron a los líderes derechistas y de Falange Española, considerados más conflictivos; aunque contaban estos con la complicidad de muchas personas, incluidos funcionarios de prisiones.

         En Granada había por aquellos días una lucha de poder entre Falange y la CEDA y cuando llegó González de Canales el 17 de julio, como inspector jefe de preparación para el alzamiento; cuentan los testigos presenciales que el segundo día del levantamiento militar, ante el edificio del Gobierno Militar de Granada, se reúne un numeroso grupo de personas a la espera de ser encuadrados en milicias y recibir armas.

         En el balcón principal aparece el diputado por la CEDA, Ramón Ruiz Alonso, con camisa azul que a gritos intenta organizar a los allí congregados: --¡Los de Acción Popular, a este lado! ¡Aquí los de Falange! —

 

         De Ramón Ruiz Alonso dice Wikipedia que nació en VillafloresSalamanca, el 14 de noviembre de 1903 y falleció en Las VegasNevadaEstados Unidos, en 1978. Fue un político y activista derechista español, activo durante el periodo de la Segunda República Española y la Guerra civil. Su figura ha pasado a la historia por su implicación en la detención y posterior asesinato del poeta Federico García Lorca.

         Obrero tipógrafo de profesión,​ fue diputado en Cortes durante el periodo de la Segunda República. Conocido como el «obrero amaestrado» por sus detractores, se convirtió en un miembro destacado de la coalición derechista CEDA. Durante su estancia en Granada mantuvo malas relaciones con las izquierdas y sectores obreros, y también con dirigentes de la Falange granadina. Tras el estallido de la Guerra civil se unió a las fuerzas sublevadas y tomó parte en las tareas de represión.

 

 

         A este acto reaccionaron los falangistas personándose en el lugar un grupo de ellos, encabezado por Patricio González de Canales, que salen al balcón y le quitan a Ruiz Alonso la camisa, le prohibieron hacer uso de ella y le arrinconaron políticamente.

         En aquel momento, desde el balcón, González de Canales dijo a los asistentes: --¡Yo, que ostento aquí la representación de José Antonio Primo de Rivera, tengo que decir una cosa! ¡Aquí no hay más milicias que las de Falange, y el que no quiera que se vaya! —

 

         Si hasta entonces la pugna por el poder en Granada se intuía entre cedistas y falangistas, con este acto la rivalidad había quedado bien patente y la balanza claramente inclinada a favor de Falange.

         Pero para Ruiz Alonso la cosa no podía quedar así. La repulsa de este señor venía desde que algún tiempo atrás había intentado ingresar en Falange y el propio José Antonio lo rechazó, llamándolo “sindicalista amaestrado de la CEDA”. Por su parte González de Canales tenía sus motivos para oponerse a aquel reparto de armas, porque además de ostentar la representación, había llegado a un acuerdo de no agresión con los grupos anarquistas granadinos.

         Tras este suceso Ruiz Alonso no podía dejar las cosas así y planeó dar un golpe donde más dolía en el orgullo de los falangistas, que era sacando de casa de los hermanos Rosales, líderes de la Falange granadina, a su mayor protegido, García Lorca, contra el que tejió todo un entramado de acusaciones acordes con el pensamiento de la época, que desembocaría en su ejecución. Con la complicidad del recién nombrado Gobernador Civil de Granada, Comandante José Valdés Guzmán, también recién ingresado en Falange, aunque en público se jactaba de rechazar los principios falangistas y al que también le acusan algunos historiadores de fundar la granadina “escuadra negra”.

         Según nos cuenta el historiador ardaleño, Francisco Ortiz Lozano, entre los dos decidieron convertir la agrupación en una fuerza reaccionaria de choque, pero para ello lo primero era deshacerse de González de Canales, al que acusaron ante Queipo de Llano de que “no hacía más que plantear problemas”, por lo que se envió una avioneta a Granada que el dos de agosto lo trasladaría a Sevilla en calidad de detenido.

          Cuenta la historia oficial que Patricio González de Canales pasaría al año siguiente a la clandestinidad y nada se volvería a saber de él hasta después de acabada la guerra.

         Una historia que tiene mucha más miga que desmenuzar, pero de la que ya se han ocupado otros historiadores y por esa razón no nos extenderemos en ella. Pero la parte que aún no se ha contado es que el González de Canales, temeroso de su vida, solicitó protección a unos conocidos que tenía en la ciudad de Antequera. Aquellos lo ocultaron en un lugar de su plena confianza, que resultó ser la casa de una familia vallestera, con la que convivió unos cinco meses aproximadamente. Allí pasó desapercibido sin que los vecinos fuesen conscientes del importante personaje que se hallaba entre ellos. Una protección por la que don Patricio, como le llamaban, siempre estuvo agradecido y durante los difíciles años cuarenta, cuando esta familia necesitó ayuda para sobrevivir, don Patricio supo otorgarles desde Madrid, beneficios que aún hoy perduran.

 

         Tras el final de la contienda pasó a ocupar otros puestos, siendo nombrado secretario nacional de Propaganda, ​ actuando primero la bajo la jefatura de Manuel Torres López y, posteriormente, de David Jato Miranda. También llegó a ejercer en funciones como delegado nacional de Propaganda.

         Durante la Dictadura franquista González de Canales mantuvo una actitud constante de disidencia y conspiración. ​ Opuesto al decreto de Unificación, entre 1937 y 1938 intentó establecer sin éxito una Falange autónoma.​ En diciembre de 1939 se estableció en Madrid la clandestina Falange Española Auténtica (FEA), de cuya Junta Política fue miembro y secretario. ​ González de Canales fue la verdadera alma de esta organización clandestina, ​ que sin embargo acabaría teniendo una existencia muy corta. Paradójicamente, a pesar de su actividad disidente, al mismo tiempo González de Canales desempeñaba puestos de relevancia en el seno de la dictadura.

         En la década de 1960 fue uno de los vicepresidentes de los Círculos Doctrinales José Antonio —con el «camisa vieja» Luis González Vicén en la presidencia—.​ A la muerte de Manuel Hedilla, en 1970, González de Canales pasó a liderar el minúsculo Frente Nacional de Alianza Libre (FNAL). ​

         Falleció en febrero de 1976, ​ en su residencia de Madrid.

 

 

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